1. Mis odiosas hijastras (2)


    Fecha: 01/03/2024, Categorías: Hetero Autor: dickson33, Fuente: RelatosEróticos

    ... Valentina, con esa calza que se le metía en sus partes, como escarbando en ella, y esas tetas que parecían apenas contenidas en el sofá, daba la impresión de ser la más puta de las dos. Recordé que hacía unas horas la había pescado escarbando su oreja. Esa imagen se transformó hasta el punto de que me imaginé perforando su culo. Imaginaba que no era de decir que no a nada. Agos en cambio, era tan pulcra, que me costaba imaginarla entregando el culo o tragando semen. Era muy raro que una chica tan hermosa como ella fuera los que en Argentina llamamos
    
    gauchita.
    
    Habría que ser sumamente cuidadoso con esa princesa, tanteando de a poco, hasta descubrir qué cosas le gustaba que le hagan, y qué cosas no.
    
    Tales fantasías me provocaron una potentísima erección. Tan potente como esas intempestivas empinadas que ocurrían mientras uno dormía. Estiré mi remera, para cubrirme. Pero lo cierto es que, si alguna de ellas miraba a esa zona, de todas formas, notaría que debajo de la remera había algo erguido y tieso. Yo no podía dejar de mirar, cada tanto, la rajita de la concha de Valentina, y la preciosa cara de Agos, no sin olvidarme del tremendo culo que ahora no estaba ante mi vista.
    
    Y entonces se cortó la luz.
    
    —La puta madre —se quejó Valentina.
    
    —De todas formas, no estaba tan buena —dijo Agos.
    
    Estábamos sumidos en la completa oscuridad, pues si bien apenas eran las cinco o seis de la tarde, el día hacía raro que se había convertido en noche. Agostina se puso de pie ...
    ... y, guiándose por la luz de la linterna de su celular, se acercó a la ventana. Yo la imité, con celular en mano, fui hasta la ventana. La lluvia era tan potente, que más que gotas, parecían estar cayendo chorros de agua.
    
    Valu apareció a mi lado. En ese momento me di cuenta de que aún tenía la erección totalmente óptima. Retrocedí un poco, para asegurarme de que no la notaran. Pero eso no fue una buena idea, pues ahora tenía a los dos espectaculares ortos de esas adolescentes frente a mí. Apunté el haz de luz, a media altura, para poder ver las siluetas de esos culos. En efecto, el de Valentina era enorme en comparación al de su hermana. Era increíble que, con ese tamaño tuviera una forma perfecta. Era una enorme circunferencia que se mantenía firme. La calza, al igual que lo hacía con su sexo, se metía en la raya del culo de manera violenta. El de Agos era también muy carnoso, aunque su voluptuosidad se mantenía dentro de los parámetros “normales”. Sus nalgas tampoco estaban tan separadas como la de su hermana. Pero más allá de cualquier comparación, cualquiera de esos traseros serían un manjar para cualquier hombre.
    
    Mi verga dio un salto. Y me di cuenta de que mi remera ya no me protegía.
    
    —Parece que es algo que sucedió en toda la cuadra —comentó Agos—. No veo ninguna luz encendida.
    
    —De todas formas, voy a ver si saltó la térmica —dije, encontrando la excusa perfecta para marcharme de ahí.
    
    Me fui hasta el cuarto de luz, no sin temer que justamente en ese momento ...