Mis odiosas hijastras (2)
Fecha: 01/03/2024,
Categorías:
Hetero
Autor: dickson33, Fuente: RelatosEróticos
... siempre alguna de ellas estaba ausente, jamás habíamos pasado el tiempo juntos. Mucho menos sin Mariel de por medio. Pero de todas formas no me parecía buena idea.
—Mejor no. Después de la pelea con Valentina… —dije.
—No seas tonto. ¿Te pensás que Valu no es capaz de entender que estás pasando por un pésimo momento y te equivocaste? Además ¿Qué otra cosa mejor tenés que hacer tenés?
—Bueno, ahora veo —dije.
Agos me dejó solo en la cocina. Salí a tomar aire. Era increíble lo que me calentaba esa pendeja. Si me hubiera quedado un ratito más a su espalda, si hubiera puesto su boquita de nuevo tan cerca de la mía, si seguía mostrándome el orto… no sabía qué iba a hacer.
Aspiré profundamente el aire frío, mientras veía la tormenta, imparable, seguir su curso. Sentí la dureza del celular en el bolcillo. Tuve que hacer un gran esfuerzo para no sacarlo y marcar al número de mi mujer. Estaba furioso con Mariel. Pero estaba con las manos atadas, totalmente impotente. Nuevamente pensé en que sería una excelente venganza cogerme a una de sus nenas. Aunque lo ideal sería que ella no se enterara, porque si lo hacía, tendría derecho de echarme a patadas, porque mi falta sería mucho más grave que la suya. Pero, aunque no pudiese refregárselo en la cara, al menos dejaría de sentirme patético al estar con una pareja que me fue infiel y que no me animaba a dejar. Por mucho que pensara en la necesidad de romper con ella, siempre volvía a la resolución inicial: no estaba en ...
... condiciones de hacerlo. Así de triste era la vida adulta. No se podía dejar de lado la cuestión económica al momento de decidir el futuro de una relación. Mucho menos si se vivía en Argentina.
Me metí a la casa. No podía pasar todo el día —y mucho menos todo el fin de semana—, afuera, ni tampoco en la cocina. Pensé en ir a mi cuarto un rato, o ir a preguntarle alguna cosa a Sami, para hacer algo de tiempo. Pero tampoco podía estar escondiéndome. Además, se suponía que tenía que mantenerme cerca de las chicas para estar seguro de que todo estuviera bien.
Recordé que Mariel había mencionado que las chicas estaban “raras”. Y ahora Agostina me había contado que su madre parecía ser mucho más rigurosa de lo que parecía. Según ella, les sacaría información sobre absolutamente todo lo que sucediera esos días. ¡Qué caradura! El que tendría que estar controlándola era yo a ella, y no al revés. Pero la cuestión es que había muchas cosas que sucedían en la casa, sobre todo relacionado en cómo se llevaban todas esas hembras entre sí, que yo desconocía por completo.
Pasé por la cocina, no sin rememorar en lo cerca que estuve de Agos. Incluso hasta me pareció sentir la estela de su perfume, aun impregnada en el lugar. En la sala de estar se encontraban las dos hermanas mayores. Agos sentada en uno de los sofás individuales, con la espalda recta. Valentina, recostada sobre el sofá más grande, como una emperatriz egipcia. La cabeza apoyada en la mano, cuyo codo recibía todo el peso. ...