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    Fecha: 04/03/2024, Categorías: Gays Autor: Ivanvorpatril, Fuente: CuentoRelatos

    ... Aparté la goma del tanga y se lo embadurné bien. Metiéndole un dedo primero y luego dos dilatándolo para que recibiera mi rabo sin daño.
    
    Así preparados, él mismo se levantó y dándome la espalda se dejo caer sobre mi pene despacio dejando que se abriera camino en su interior sin forzarlo. Yo apenas tenia que mantener la goma del tanga fuera del camino de mi polla pues ni siquiera tenía que sostener su cadera.
    
    Apoyado en mis rodillas, entrando y haciéndonos notar a los dos todo ese placer. Se giró sobre mi para poder acariciar mi pecho y pellizcar mis pezones subía y bajaba despacio clavado hasta los huevos. Mirando directamente a mis ojos.
    
    Luego se inclinó hacia atrás y clavando sus pies en el colchón, unidos solo en las manos que sujetaban mis tobillos, la polla introducida en su recto y las nalgas duras apoyadas en mi pelvis.
    
    Como se movía muy despacio tardé, tardamos en corrernos una barbaridad y a pesar de la difícil postura él parecía que no se cansaba.
    
    Me derramé entero en su interior sabiendo que él lo disfrutaba cuando se bajó de mi. Su erección asomaba por el lateral del tanga. Apuntando hacia mi cara.
    
    De su ano rezumaba mi semilla. Se movió sobre mí hasta sentarse en mi cara, lo limpié con mi propia lengua antes de meterme sus huevos en la boca y chuparlos como caramelos.
    
    Luego hice lo mismo con su polla dejándola bien húmeda con mi saliva y notar por vez primera en mi lengua el sabor de su polla. Ya le había contado que a mí también me ...
    ... encantaba que me follaran, pero yo quería una postura mas relajada así que me puse a cuatro patas primero para comérsela mas relajado y largo.
    
    Luego para que él me lamiera el ano para preparame. Lo hizo suave, lento, cariñoso su lengua pasando por la raja y clavándose en mi ano me hacía ver las estrellas. Mientras sus dedos largos y finos sujetaban mis nalgas con fuerza. Y cuando esos dedos entraron a aplicar del mismo tubito el lubricante que yo había usado en su culito y que teníamos tan a mano.
    
    Esos dedos se abrieron paso en mi interior con la suavidad y dulzura que le caracterizaban arrodillado entre mis pantorrillas. A la vez que besaba y lamía mis nalgas y la parte baja de mi espalda. Tuvo la precaución de calzarse un condón en ese momento aunque a mí me había dejado hacérselo a él sin la gomita.
    
    Ya me había puesto como una moto y no un simple ciclomotor, sino una de gran cilindrada. Abierto como un túnel de metro. Sólo tuvo que bajar mi espalda sobre sus muslos para que el glande se apoyara justo en el ano.
    
    Me fue penetrando despacio y yo notando su entrada. Acompañándolo con mis gemidos. Mi rabo volvía a endurecerse y mientras me follaba lo cogía y lo acariciaba con mimo.
    
    A cada golpe de pelvis me empujaba más sobre la cama casi hasta que mi cabeza daba al cabecero de la cama. Y él tenía que mover las rodillas para acompañarme sin salir de mi culo. No le importaba y a mí tampoco, me estaba gustando su fuerza, su energía y su pubis golpeando mis nalgas.
    
    Pero ...