Espera, no lo desperdicies
Fecha: 11/03/2024,
Categorías:
Sexo con Maduras
Autor: Arandi, Fuente: CuentoRelatos
... manchado por el mencionado líquido.
El “amigo” que ahí debajo se resguardaba exigía atención, fue por ello que lo apretó con su mano derecha como si quisiera brindarle consuelo, comenzándolo a tallar luego sobre la tela.
Con aquel hermoso panorama que Daniel veía no hubiese sido extraño que escupiera sus espermas inmediatamente, sin embargo algo lo detuvo de hacerlo.
—Espera, espera. No lo desperdicies... —dijo Elvira para luego girarse evidenciando que estaba despierta y consciente de lo que hacía su invitado.
Daniel no se había percatado que gracias al reflejo del tocador cercano Elvira lo había visto desde que se acercó a su cuarto.
Era evidente que lo había dejado hacer, sin sentirse molesta por ello, y sólo lo había detenido para proponerle un mejor desenlace a su éxtasis. Uno que le era más conveniente no sólo al joven sino que a ella también, pues se vería beneficiada en una necesidad de vida.
—No te pongas nervioso —lo apaciguaba Elvira, mientras que Daniel ya estaba sobre la cama de ella.
La señora permanecía sobre él besándolo por todo su virgen cuerpo. Nunca había sido tocado así y Daniel reaccionaba con extraordinaria sensibilidad. Cada caricia, cada roce de los labios de aquella hembra madura lo hacía tiritar incontrolablemente; esas reacciones naturales de su cuerpo manifestaban la importancia del hecho: estaba dejando de ser un niño para convertirse por fin en un hombre. Y su cuerpo, más que su consciencia, comprendía lo que aquella hembra ...
... que tenía encima quería. La mujer necesitaba ser preñada.
Daniel sólo podía pensar en el sexo en ese momento, y creía que Elvira también sólo eso quería, sin embargo ella lo que ansiaba aún más era concebir un hijo. Pues le habían pesado las palabras de su amiga Martha, “ella aún no sabía lo que era tener un hijo”, y lo deseaba. Ese era el secreto propósito de haber llevado a ese muchacho a su casa.
—Tranquilo, no te va a pasar nada malo —le insistía Elvira quien lo seguía poniendo a punto.
Echado en la cama Danny sólo se limitaba a experimentar todas esas gratas sensaciones. No podía creer que el simple recorrido de aquellas manos de mujer lo excitaran tanto. Éstas metieron sus dedos bajo el elástico de los calzoncillos que aún portaba y, de un tirón, los bajaron dejando el falo balanceándose de un lado a otro todo erecto y babeante. Un fino aceite brotaba por la boquita del meato urinario y brillaba mientras escurría por aquella hinchada cabezona. La señora acarició ese glande esparciendo el lubricante natural para que sirviera bien a su propósito.
Mientras ella limaba aquel pedazo tieso de carne vio cómo aquel chico pasaba del nerviosismo a la satisfacción por lo que ella hacía. Elvira sonrió al sentirse como una amorosa madre que trataba de consolar el padecer de un hijo en cama. Y en efecto, en ese momento Elvira era más una figura materna que una amante, por lo menos así se percibía. Daniel, por primera vez en su vida, recibía tal cariño, tal afecto, con esa ...