Espera, no lo desperdicies
Fecha: 11/03/2024,
Categorías:
Sexo con Maduras
Autor: Arandi, Fuente: CuentoRelatos
... sin soltar su esperma. Siempre lo podía hacer por las noches, eso sin contar alguna que otra expulsión durante el día, sin embargo ahora estaba en casa ajena.
Claro que no le costaría demasiado acariciarse el miembro hasta vaciarse, aún estando apretujado en aquella malla. Y así lo hizo. Se llevó la mano a la entrepierna y comenzó a sobarse. Una erección fomentada por el recuerdo de todas aquellas jovencitas turistas que había visto en la plaza comenzó a manifestarse rápidamente. Se dio cariño mientras imaginaba penetrar aquellos delgados cuerpos. Podía sentirlas tan frágiles como se veían, tan apretadas, tan delicadas y suavecitas.
Pero luego, inevitablemente, otro tipo de pareja sexual vino a su mente, una inspirada en los videos que hubiese visto aún estando en su casa: Una mujer madura.
Y es que si bien las jovencillas le atrapaban la mirada de manera natural, las mujeres maduras lo absorbían todo. De hecho, una de sus mayores fantasías era ser consumido por las voluminosas nalgas de una “madura dama”, que en su rostro se le sentase y con ambas mejillas se lo comiera, así lo deseaba; de tal manera se veía a sí mismo en sus sueños húmedos de hecho.
Fue por eso que imaginó a una hembra madura como inspiración de su futura venida. Una bella y de nutrida carne, algo así como... sí como Elvira; reconoció para sí.
Nunca había tomado en cuenta la belleza de aquella mujer antes, pues, después de todo, para él sólo era la amiga de su madre; la conocía de siempre, ...
... era como una especie de tía. Sin embargo, luego de haberla visto en aquellas reveladoras ropas nocturnas tomó consciencia de lo buena que estaba, era la musa ideal para su chaqueta desahogadora.
Consciente de que ella estaba recostada a tan sólo unos metros revivió su imagen, tal como recién la había visto, en prendas menores. Aunque, al fin, no pudo resistir la tentación de hacer una visita nocturna a su anfitriona, culminar su chaqueta mirándola. No se aguantó las ganas e impulsado por sus instintos fue hacia allí con el firme propósito de saciarse viéndola.
Caminó con cuidado, sus pasos no debían despertarla. Al llegar a la habitación de Elvira sólo tuvo que asomarse, ella dormía con la puerta abierta, al parecer solía dejar las puertas así al interior de la casa debido al calor. Y allí estaba ella, recostada de tal forma que le brindaba el panorama más hermoso, sus amplias nalgas. Ni una sábana cubría su cuerpo, sólo las prendas antes vistas.
Daniel recorrió con la vista ese curvilíneo cuerpo de mujer madura que la amiga de su madre poseía. Recorriéndole desde las piernas de tez morena clara, regodeándose en esos rollizos muslos de hembra sazona, apreciándole luego ese fabuloso y amplio trasero que se encumbraba como parte principal de una sensual cordillera que invitaba a ser explorada.
Mirando esto, a Daniel le fue inevitable producir líquido pre-eyaculatorio que expelió por la boquita de aquella cabezona que abultada evidenciaba su sentir. Su calzón quedó ...