1. Su profesor particular (capítulo V): La llegada


    Fecha: 16/03/2024, Categorías: Dominación / BDSM Autor: Edstaston, Fuente: CuentoRelatos

    ... una cola. Sin embargo, Tomás la encontró bellísima y con un halo de superioridad que hacía que estuviese deseoso de cumplir cada orden suya sin rechistar, de agradarla en todo lo posible y, por supuesto, deseando adorar todo su cuerpo; especialmente, sus pies, que imaginó sudorosos con esas zapatillas de deporte y el calor que hacía. ¡Como deseaba aliviar el cansancio y sudor de esos pies con un buen masaje dado con sus manos… y con su lengua!
    
    Elena interrumpió sus pensamientos “No te quedes ahí como un pasmarote y ve a pagarle al taxista”.
    
    “Sí, señora”. “Perdóneme, señora”.
    
    Tomás pagó al taxista y volvió con Elena. Le abrió la puerta de entrada a la urbanización y se dirigieron al piso de Tomás. Cuando llegaron, él abrió la puerta e invitó a Elena a pasar. Elena no entró: “Creo recordar que te di instrucciones precisas sobre mi entrada en la casa, ¿no?”
    
    “¿Perdone?”. Dijo Tomás un poco confuso.
    
    “No soporto tanta torpeza”, le espetó Elena, con una mirada impaciente. “¿Dónde quieres que limpie las suelas de mis zapatos antes de entrar? No veo ninguna alfombrilla”. Es verdad que Elena le había dado órdenes precisas sobre como recibirla siempre que él estuviera en casa pero, con los nervios y la emoción del momento, no había caído.
    
    “Perdóneme, señora. Estoy un poco nervioso”. Tomás entró y se tumbó justo detrás de la puerta, para que Elena pudiera usarlo de felpudo.
    
    Entonces Elena entró, subiéndose a la espalda de Tomás, que iba vestido con unos pantalones y ...
    ... una camisa elegantes; eran de marca y le habían costado bastante caros. Era el día que tenía que dar la bienvenida a Elena a su nuevo hogar y la ocasión merecía ir elegantemente vestido. Sin embargo, a Elena no pareció importarle. Agarrándose, para no perder el equilibrio, a un perchero que se había colocado en la entrada, usó a Tomás de alfombrilla, limpiándose las suelas de sus zapatos en la camisa de Tomás.
    
    Elena quiso sentarse en la silla que Tomás, siguiendo sus instrucciones, había comprado y colocado en la entrada, pero se encontró que Tomás había dejado sobre ella las bolsas de la compra.
    
    Todavía de pie sobre la espalda de Tomás, Elena dijo: “Creo que las instrucciones que te di sobre el procedimiento de recibirme cuando llegara a casa eran bastante claras: que me recibieras de rodillas, te tumbaras para ser usado de alfombrilla, lo cual no has hecho y tras eso, yo me sentaría en esa silla, para que tú me descalzaras, lo cual tampoco puedo hacer porque, con tu torpeza y falta de atención, has colocado esas bolsas en la silla y no me puedo sentar”.
    
    “Perdón, señora. Si me permite…”
    
    Elena bajó de la espalda de Tomás y este retiró rápidamente las bolsas de la silla para que ella se pudiera sentar. Elena se sentó y cruzó sus piernas, comenzando a balancear un pie, en lo que parecía una invitación a Tomás para retirar su calzado.
    
    Tomás se aprestó a descalzar a Elena con avidez. Pensó que por fin había llegado el tan deseado momento de disfrutar de sus pies, ...