La visita de Matías
Fecha: 23/03/2024,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Bellota D I, Fuente: CuentoRelatos
... totalmente anihilada por el goce y la arrechura que compartíamos. Me había quedado allí una pequeña semana durante la cual nos las habíamos ingeniado para vernos todos los días y disfrutar el uno del otro sin límites. Cuando vivíamos juntos, a pesar de tener una intimidad entusiasta e impetuosa, nunca habíamos conseguido superar algunos complejos o miedos, temiendo que ciertos deseos, aficiones o gustitos inconfesables pudieran incomodar al otro. Entonces, libres de cualquier forma de presión con respecto a la perennidad de una relación de pareja y franqueando las antiguas barreras, habíamos descubierto nuevos placeres. En nuestro nuevo pódium del sexo habían tomado posición varias innovaciones nuestras, como por ejemplo sentarme en su cara para que me lamiera o también que me escupiera en la boca mientras me cachaba. La versión descontrolada de nosotros había sido una maravilla, un desfogo total y necesario.
Las imágenes de este reencuentro invadieron mi mente al escuchar su voz.
—¿Matías?
—Sandra, hace un frío tremendo, ¡abre!
Abrí la ventana para agacharme y mirar la entrada del edificio. Era él.
—No puede ser… —dije para mí misma —¡Te abro, sube! Está en el quinto piso.
Por suerte para él, aquel día había regresado temprano de la universidad donde era profesora. Mi esposo se había ido de viaje para el fin de semana con un par de amigos y yo había decidido aprovechar estos días libres para hacer algunas cosas que no tenían espacio en la vida marital. ...
... Así, cuando había sonado el interfono, estaba cumpliendo con un total cliché de treintañera soltera: me acababa de meter en una bañera llena de espuma de jabón, con una copa de vino en una mano y un cigarro en la otra. Había puesto mi laptop en un banquito justo al lado y empezaba unos de mis videos porno favoritos. Era de dos chicas que probaban juguetes una con otra y, definitivamente, el ejercicio les procuraba un placer intenso. Sudaban, se besaban, se lamían, se penetraban y se venían varias veces, con caras exaltadas y lúbricas. Estaba a punto de dedicarme a 40 minutos de masturbación, inspirada por estas dos morbosas y la variedad de consoladores que empeñaban en chupar y meterse mutuamente en la concha o en el culo. Sabía que tenía el tiempo de fumar un cigarro antes de que se viniera la más carnosa. Después de verla gemir en cuatro, con sus tetas pesadas que balanceaban, arqueándose para sentir mejor las idas y venidas del juguete con lo cual la cachaba su amiguita, me era complicado resistir a las ganas de tocarme. Siempre me fascinó la expresión que tiene la gente en el momento de venirse, es más, creo que es la cosa que más me fascina en el mundo. Se puede mandar robots en Marte, descubrir nuevas medicinas, tesoros arqueológicos o medios revolucionarios de protección medioambiental, construir edificios inmensos o crear música sinfónica: ningún logro del ser humano llega a conmoverme más que su cara deformada por la intensidad de un orgasmo. Por eso había esperado que ...