Marisqueada
Fecha: 28/03/2024,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Mar1803, Fuente: CuentoRelatos
No es algo nuevo, todos mis seguidores saben que me echo un maratón, que casi siempre comienza en viernes en la noche, y termina el lunes al mediodía. Lo que sí va a ser diferente es el enfoque de Semana Santa que tuvo.
Para los que no saben, me encamo con mi marido desde el viernes en la noche, sólo tenemos espacios para descansar y comer algo, y lo suelto el lunes en la mañana, después de que cumplió con el mañanero que puede ser darme un biberón o regarme la leche en mi interior. Mientras él se baña, yo le preparo el desayuno y me vuelvo a acostar. En el momento que mi marido sale, yo me levanto, me visto y me voy al despacho de Bernabé, mi amante, quien me recibe ya encuerado. Me desviste y se pone a chupar todas y cada una de las partes donde mi cornudo me puso leche, o yo me la embarré para que la disfrutara Bernabé. Claro, lo que más le gusta es limpiarme las verijas y la panocha, esto último lo hacemos en un 69. Practicamos unas posiciones más y nos metemos a la ducha, donde él termina enculándome. En resumen, antes de mediodía salgo limpiecita y satisfecha de haber hecho feliz a alguien más, y me voy a casa para atender mis labores de ama de casa.
El lunes 3 de abril, al regresar de mi habitual servicio de limpieza, me puse a ver el correo y contestarlo. En uno de ellos, Jonathan me preguntaba “Hola muy buenas tardes, ¿cómo está esa bodega recolectora de leche?”, a lo cual le contesté “Buenas tardes. Ya fue limpiada a pura lengua y vuelta a ...
... llenar...”
También leí uno de Tita quien me preguntaba por algunas recetas para la cuaresma. Le anoté algunas que seguramente ya conocía, pero le cuestioné si su pregunta era para comida, o de las otras recetas que nos pusimos a escribir una vez. “Era pregunta real, pues no quiero ponerme a pensar, pero si tienes alguna nueva de las otras que son más ricas, no te olvides de dármelas”.
El martes y el miércoles no hubo mucho qué decir, sólo asuntos de los correos. Como: “mándame otra foto”, pero ellos no me mandan nada; “Quiero conocerte”, “dame tu teléfono”, etcétera. Lo exigen, como si yo fuera a estar haciendo caso de caprichitos. ¡No señores!, aunque no lo crean, soy muy discreta. Mi marido cree que él es el único, mis hijos saben que soy una abnegada ama de casa y que, si me oyen gritar pidiendo “más”, es porque mi esposo me está dando mucho amor y, en todo caso, temen que su papá quede tieso en una de esas, muriendo con la sonrisa de felicidad puesta. De mis encuentros clandestinos, sólo doy cuenta aquí, en mis relatos y sólo sabe algo la ex de mi amante, pues comparto al sujeto con todo y cama, incluido un juguetito que nos compró (bueno, lo compró para ella, pero lo usamos las dos) y porque ella, así como yo, me conoce en fotos. La esposa de mi amante sólo sabe de la ex, pero no de mí, aunque alguna vez, hace muchos años, la conocí cuando fue a la oficina donde yo trabajaba a recoger algo (bonita, unos ocho años mayor que yo y once menos que la ex).
En otras palabras, mis pecados ...