Mis odiosas hijastras (3)
Fecha: 31/03/2024,
Categorías:
Hetero
Autor: dickson33, Fuente: RelatosEróticos
Ese fin de semana se estaba tornando ya no extraño, sino retorcido. Desde el clima inusualmente violento, pasando por la infidelidad de mi mujer, hasta el enfrentamiento con Valentina, y finalmente el manoseo que sufrí saliendo de la sala de luces. En efecto, alguien había abusado de mí, cosa que estaba muy lejos de hacerme sentir indignado, sino más bien intrigado.
Sin embargo, la enorme sorpresa que me produjo el hecho de que una de mis hijastras me había magreado la verga, que además en ese momento se encontraba, casualmente, totalmente erecta, había tenido el efecto de que no pude reaccionar con la suficiente rapidez ni vehemencia como para deducir de cuál de ellas se trataba. Cuando por fin me recuperé de mi estupefacción, me acomodé el miembro nuevamente, para ocultar todo lo que podía su dureza, y me dirigí, tanteando, hasta la sala de estar. Maldije mi suerte. La culpable se había movido con rapidez y agilidad y ya ni si quiera escuchaba sus pasos. Si pudiera identificar a quien me había abordado en la oscuridad, podría concretar mi venganza contra Mariel. Me cogería sin dudarlo un segundo a esa pendeja atrevida que me había provocado y se había arrepentido en el último momento. ¿Por qué mierda no la arrastré hasta la sala de luces cuando tuve oportunidad de hacerlo? Por el momento debía quedarme con la intriga —y con las ganas—.
Cuando llegué al living, estaba todo oscuro. La única iluminación que había era la de las pantallas de los celulares de las chicas, ...
... que me mostraban sus localizaciones. Agos estaba al lado de la ventana, y Valentina había vuelto a colocarse en el sofá grande. Luego noté que había una tercera pantalla iluminada. La tenue luz alumbraba el rostro de una chica rubia de ojos claros. Era un rostro hermoso, tan hermoso como el de Agos, salvo por el detalle de que aún conservaba ciertos rasgos aniñados, cosa que no era de extrañar, pues apenas contaba con dieciocho años. Sami había hecho acto de presencia.
Entonces volvió la luz.
—No nos confiemos —dijo Agos, volviendo al centro de la sala de estar—. Con este clima es probable que vuelva a cortarse la luz. Va a ser mejor que ahorremos la batería de los celulares.
—Mierda, a mí me queda solo el cinco por ciento —se quejó Valentina.
—¿Te vas a quedar ahí parado toda la tarde? —me preguntó Agos.
Los seis pares de ojos me miraban con cierta expectación, aunque no pude ver atisbos de culpabilidad en ellos. Fuera quien fuera a la que me crucé en la oscuridad, estaba disimulando demasiado bien. Además, la presencia de Sami me descolocaba por completo, porque hasta el momento no había considerado en la posibilidad de que hubiera sido ella. De hecho, aún me costaba imaginarlo, pero no podía negar que las probabilidades no eran nulas. La fuerte tormenta había camuflado el sonido de los escalones crujir mientras ella bajaba, por lo que tranquilamente pudo haberlo hecho cuando yo estaba en la sala de luces.
Rogando que mi erección no se notara, me fui a ...