1. Viernes por la noche


    Fecha: 18/10/2018, Categorías: Gays Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... asentía en silencio.
    
    De repente, Andrés se sacó la pija del calzón y empezó a manipularla. Me la voy a tener que jalar. Dijo, por toda explicación. Estuvo así unos segundos, y luego agregó, con una voz ya ronca por una súbita emoción: Tú, ¿no te las vas a jalar? Sus palabras aceleraron más mis palpitaciones. Para entonces, ya era evidente que yo traía una erección tan grande como el tipo de la tele, o como el propio Andrés. Me saque´el miembro por encima del elástico, y empecé suavemente a jalar la piel que cubría el glande. Andrés volvió a hablar, con esa voz ronca: ¡Qué grande la tienes! Dijo. Así estuvimos unos segundos, cada quien con su cosa entre las manos, hasta que, de repente, Andrés se acercó hasta mí y me tomó la polla, empezando a pajearme.
    
    Con la otra mano tomó la mía y la dirigió hacia su pene. Era más chico que el mío, aunque obviamente yo era también más grande en edad. A esas alturas su vástago estaba a cien, duro y caliente, y algo húmedo. Pero el mío, advirtió él, estaba a mil. Y no era para menos. Con la palma de la mano frotaba la parte superior de la cabeza, y luego bajaba con los dedos recorriendo el duro tronco hasta llegar a perderse en el vello púbico. Acariciaba mis testículos, y desde allí subía de nuevo hasta la coronilla. Un sinnúmero de sensaciones iban y venían por mi cuerpo, y estaba ya gimiendo de placer. Mi verga había alcanzado ya toda su dimensión, y con los frotes que Andrés hacía resaltaban las venas hinchadas que lo circundaban. ...
    ... Esta vez el de la voz ronca de deseo fui yo, al decirle: ¿Te gusta? Andrés no dijo nada, sólo siguió manipulándome, Pero en un momento dado se movió, y yo pensé que se había disgustado, pero todo lo contrario, se acomodó sobre la cama de tal modo que mis huevos quedaron a la altura de su boca.
    
    A continuación se introdujo mi cabeza entre sus labios, y sentí su lengua, ávida, saboreando mi líquido preseminal. Me retorcí de placer. Andrés se inclinó más sobre mí, tratando de alojar lo más que podía de mi palo en su garganta, y mis manos recorrieron su espalda, sus glúteos, y bajaron por sus costados hasta sus tetillas, y luego hasta su boca que tragaba mi polla. Qué sensación, la de la fresca humedad que dejaba su saliva en mi pene.
    
    Introduje un dedo en su boca y lo mordió suavemente, y luego mordisqueó cada uno de mis dedos, para luego subir con su lengua recorriendo mi vientre hasta llegar al pecho. Sus nalgas quedaron a la altura de mis manos, y aferré con ansias sus blancos glúteos. Entonces, él se levantó y apagó la Tele. Una suave penumbra se apoderó de la habitación, proveniente de los reflectores de la calle. Por un momento, se paró a contemplar mi cuerpo todo desnudo, y luego, volvió a abalanzarse sobre aquel mástil que se había convertido en su objetivo. Me besó las ingles, devoró los huevos, subió por mi tronco y depositó una nueva carga de saliva en la punta del glande, que resbaló suavemente hacia abajo, mojando la base. Mi verga se estremeció entre sus manos y ...