Viernes por la noche
Fecha: 18/10/2018,
Categorías:
Gays
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... mis labios dejaron escapar un murmullo ante las nuevas oleadas de placer. Voltéate… le dije. Te quiero coger… El se dejó caer, de lado, vuelto de espaldas a mí, ofreciéndome su trasero. Yo dejé ir mi cuerpo sobre el suyo, volteándolo completamente. Me incorporé y busqué sus redondas nalgas, brillantes en la penumbra, y coloqué mi verga en su trasero. Al sentir la presión él empujó su cuerpo hacia atrás, y yo empujé hacia delante. In pinchazo de dolor lo sacudió, en señal de un repentino dolor. Calma, le dije. ¿Ya te habían hecho esto? Pregunté. No, me dijo. Es la primera vez. Por favor, hazlo despacio.
Un sentimiento de duda repiqueteó en mi cerebro. Si realmente era virgen, ¿cómo era posible que se comportara como si lo supiera todo? Busqué una crema para lubricar su agujero, y puse una generosa porción sobre mi verga. La sensación fría del lubricante sobre mi caliente miembro fue otra sensación inmensamente agradable. Luego, coloqué la punta de dedo en su culo y se lo metí, para lubricárselo todavía más. Tanto le gustó que dijo: métemelo ya… Dirigí mi ariete con los dedos, y empujé. Su esfínter cedió, y ambos sentimos que mi glande había logrado introducirse. Su cuerpo se tensó y el culo ejerció mayor presión sobre mi punta.
Calma, volví a repetirle, Calma, te dolerá sólo un segundo. Jugué un poco moviéndome hacia atrás y hacia delante, muy despacio, para que se acostumbrara al grosor de mi verga y ésta pudiera acomodarse mejor. En una de esas, arremetí de nuevo y ...
... me alojé hasta la mitad. El se sacudió y emitió un fuerte quejido que creí que iba a despertar a Augusto. Nos quedamos quietos varios segundos, pero los ronquidos en la otra pieza seguían escuchándose, señal de que Augusto seguía dormido. Ya enervado, empujé de nuevo mi pelvis para meterle todo lo que faltaba. Y allí me quedé, quieto unos dos o tres segundos, para que Andrés terminara de adaptarse a mi verga. Su culo palpitaba y por momentos se apretaba fuertemente contra mi tronco.
Empecé a culearlo despacio, y en cada avance mío Andrés pujaba, y cada vez que me echaba hacia atrás él también se movía, siguiendo mi cuerpo. Estábamos unidos por ese puente de carne que había irrumpido en su culo, y este se aferraba a mí tan fuerte que impedía que me saliera del todo. Su ritmo se había adaptado totalmente al mío, y sentí que había llegado el momento de darle más placer. Me dejé ir fuertemente, y mi cuerpo chocó contra el suyo; En la punta de la verga sentía los movimientos que hacía su vientre, su cuerpo tenso tenía alojado toda mi lanza hasta el tronco, sin dejar un solo centímetro fuera. Ay, Andrés, dije, ¡qué rico! Y así mantuve mi lance por varios segundos, hasta que su respiración se aflojó y su cuerpo dejó de estar tenso. Retrocedí y volví a la carga, con la intención de llegar más lejos dentro de su cuerpo, mis manos se aferraron a sus hombros y empujé y empujé, provocando que todo él temblara. Yo estaba en la gloria.
Mi verga estaba toda adentro. Ya no, por favor, ...