1. Mis odiosas hijastras (9)


    Fecha: 03/04/2024, Categorías: Hetero Autor: dickson33, Fuente: RelatosEróticos

    ... pobre Sami se había rebelado ante el perverso plan de sus hermanas mayores, y, aunque no podía oponérseles directamente, me había tirado varias pistas para evitar mi caída. El hecho de estar tanto tiempo junto a mí, evitando así que estuviera con las otras, era una de las tantas cosas que había hecho.
    
    Salí de la habitación, sigiloso. En ese momento podría hacerle el amor ahí mismo a esa hermosa rubiecita. Pero no era hora de dejarme llevar por mis impulsos. Ya me había ido muy mal con eso.
    
    Fui hasta la habitación de Valen, dispuesto a mover el picaporte, asumiendo que me encontraría con la puerta todavía cerrada. Pero al empujar la puerta, esta se abrió. Esto me tomó por sorpresa. Hacía un rato me había dejado, totalmente al palo, y se había encerrado para evitar que yo entrara. ¿Y ahora había cambiado de parecer? Estaba claro que era una trampa, pero aun así quería aprovechar para tantear el terreno.
    
    Empujé la puerta y entré, sabiendo que me estaba metiendo en un nido de víboras.
    
    Estaba todo oscuro. Intenté aguzar el oído, para saber si ella también dormía. Pero no escuché nada que me lo indicara. De hecho, ni siquiera estaba seguro de que se encontraba adentro. Me pregunté si esa absoluta oscuridad me depararía nuevamente un ultraje. De hecho, en el fondo, deseaba que una mano invisible fuera a acariciar mi verga, como había pasado el día anterior. Aunque claro, esta vez no la dejaría escapar.
    
    Pero no pasaba nada.
    
    Como conocía la disposición de los ...
    ... muebles en el cuarto, avancé. Fui tanteando la cama, hasta que toqué los pies de Valentina. ¿De verdad se había dormido? Supongo que, al igual que Sami, se había despertado solo porque le había dado hambre, y ahora quería seguir durmiendo. La noche anterior se habían quedado muchas horas despiertas después de la medianoche, y el día frío y nublado invitaba a permanecer acostado hasta el mediodía. Pero se iba a tener que despertar y darme respuestas.
    
    Agarré una silla que estaba contra la pared. Parecía tener alguna prenda encima. La coloqué en el respaldo, y acerqué la silla al lado de la cama. En ese momento, sumidos en un profundo silencio, me percaté de la respiración de Valentina. No sonaba tan profunda como la de alguien que estaba durmiendo. La persistente sensación de que la mocosa estaba despierta me asaltó nuevamente.
    
    —¿Estás despierta? Tenemos que aclarar algunas cosas —dije.
    
    Pero la muy perra no dio señales de haberme escuchado. Extendí la mano, apoyándola en su hombro, para luego sacudírselo.
    
    —¡Basta! —dijo ella, con voz soñolienta.
    
    Sentí cómo giraba su cuerpo, para quedar mirando en dirección opuesta a donde yo estaba. Inmediatamente después de eso empecé a escuchar cómo respiraba, largando el aire por la nariz, haciendo el sonido típico de alguien que estaba durmiendo profundamente. Pero el hecho de que lo hiciera ahora, me terminó de convencer de que en realidad estaba despierta. ¿Acaso esperaba que creyera que había pronunciado esa palabra entre ...
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