Amigos de la niñez
Fecha: 23/04/2024,
Categorías:
Hetero
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... no dejar que prosperara. Mientras desayunaba con la familia no paraba de comerme el coco. Sus besos, aunque muy castos, habían sido mejores que cualquiera de los anteriores. No dejaba de sentir su sabor en mis labios. Evidentemente me lo notaron, pero mi madre y mi abuela por una vez no sacaron el tema. Debían darse cuenta de lo que me pasaba.
Cuando Salva pasó a recogerme me alegré como si llevara muchos días sin verlo. Venía con la mochila para volver al pinar. Sorprendentemente, ir todos los días al mismo sitio ni me cansaba ni me parecía mal. Además, tampoco había para elegir, jajaja. Hicimos el recorrido de siempre, paseo entre los pinos, recorrer senderos a ver dónde llevaban y luego baño. Estábamos tomando el sol después de jugar en el agua cuando Salva quiso provocarme.
—Te reto.
—Acepto, ¿a qué? — para valiente, yo.
—Puntería con piedras, al mejor de cinco.
—¿Qué nos jugamos?
—Pues no sé… — por cómo le brillaban los ojos tenía algo en mente. Dejé que se hiciera el interesante —. Ya lo sé, a las prendas.
A pesar de esperar algo parecido me sorprendió. El caso es que yo tenía dos, las dos piezas del bikini, y el solo tenía una. Además, al menos a los doce años era toda una campeona, si había mantenido la habilidad, Salva no tendría ninguna posibilidad. El asunto era si estaba dispuesta a llegar tan lejos tan rápido.
—Vete quitando el bañador — dije toda chulita —, ni siquiera merece la pena que compitamos.
—De eso nada, ¿ves ese agujero en ...
... el árbol?
—Sí — contesté siguiendo su mirada.
—Al mejor de cinco. Busca tus piedras.
Tardamos un par de minutos en tener cinco piedras cada uno. Empezó tirando él y falló. Después de burlarme fallé yo también. Ahora fue el turno de Salva de reírse. Al segundo intento falló también y yo acerté. Luego atinó dos veces contra mis tres aciertos. Había ganado por goleada. Salté en el sitio levantando los brazos en señal de victoria. Salva miraba mis alegres pechos algo ruborizado. Tendría que desnudarse. A punto estuve de perdonarlo, pero la situación me estaba divirtiendo. Con los brazos en jarras esperé frente a él sin decir nada.
—¿Me lo tengo que quitar? — me preguntó.
—Si hubiera perdido yo, ¿me hubiera tenido que quitar el bikini?
—Sí — contestó con sinceridad.
—Pues venga machote, a ver el pajarito.
Tampoco se cortó mucho. A pesar del rubor de su rostro se quitó tranquilamente el bañador y se irguió ante mí. Sólo eché un vistazo rápido, no quería avergonzarlo de más, y me gustó mucho lo que vi.
—Vale, has cumplido. Vamos a tomar un rato el sol.
—Quiero la revancha.
—¿Quieres perder otra vez?
—Has tenido suerte, esta vez te voy a machacar.
—Vale, pero si pierdes ¿qué te juegas?
—Ah, pues no sé.
—Bueno, yo te pongo luego un castigo. Vamos a recoger las piedras.
Fue lo mejor de todo, ver a Salva andando desnudo, agachándose hasta el suelo con su bonito miembro colgando me tenía hipnotizada.
—¿Te gusta? — me preguntó la segunda ...