1. Amigos de la niñez


    Fecha: 23/04/2024, Categorías: Hetero Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... sonriente.
    
    —Sí, ¿nos conocemos?
    
    —Pues claro, tontaina. Soy Salva.
    
    Recordaba a Salva como a un renacuajo flaco y feo. Siempre con los pelos disparados y las rodillas llenas de costras. El chico que tenía ante mí era todo lo contrario. Alto y fuerte, guapo y con el pelo corto pero bien arreglado. Pensé que estaba muy bueno. Me ruboricé al darme cuenta de mis pensamientos y del escrutinio al que le sometía y me levanté deprisa con tan mala fortuna que me tropecé. Si no me hubiera cogido Salva me hubiera estampado contra los adoquines.
    
    —No te recordaba tan torpe, Rosa.
    
    Me zafé de sus brazos un poco avergonzada notando los duros músculos de sus bíceps y dije lo primero que se me ocurrió.
    
    —Estás muy bien, has cambiado mucho.
    
    —Gracias, tú también has cambiado. Para bien.
    
    Mientras observaba como me miraba de arriba abajo me recriminé por mis palabras notando enrojecer mis mejillas. ¿Estaba tonta o qué? Para salir del paso me senté otra vez y le hice un gesto para que me acompañara.
    
    —Siéntate anda, y cuéntame qué ha sido de tu vida.
    
    —Jajaja, qué alegría verte. Pensaba que iba a pasar el verano más solo que la una.
    
    —Lo mismo te digo, ahora tengo ayuda para elegir discoteca, museo y qué película ver en el cine.
    
    —Jajaja. ¿Cuánto tiempo te vas a quedar?
    
    —Unos quince días. Están reformando mi casa y he venido con mi madre hasta que acaben. ¿Y tú?
    
    —Creo que todo el verano. Mis padres no están bien, están planteándose separarse y se han dado un ...
    ... tiempo para pensarlo.
    
    —Vaya, lo siento — dije.
    
    —Quizá sea lo mejor. Llevan un tiempo que todo son discusiones.
    
    —Bueno hablemos de algo más alegre. ¿Qué sabes de Elviro?
    
    —Su familia se fue del pueblo hace tres años. Creo que no lo veo desde hace cuatro. Al principio hablábamos de vez en cuando. Luego poco a poco perdimos el contacto.
    
    Estuvimos mucho rato hablando, sentados en el poyete con la espalda apoyada en la pared de la casa. No era como cuando éramos niños, claro, pero estuve muy a gusto con él. Nos contamos nuestra vida entera y nos reímos recordando las trastadas que hacíamos de pequeños. Yo le miraba intentando que no se me notara mucho, pero le encontraba tremendamente atractivo. Al final tuve que preguntar.
    
    —Y de novias, ¿cómo andas?
    
    —He tenido tres novias, con una de ellas, Sole, estuve casi un año, pero ahora no salgo con nadie.
    
    —¿Tres novias? ¿Pero no tienes dieciocho años?
    
    —Sí — contestó algo cohibido.
    
    —Jajaja, eres un donjuán.
    
    —¿Y tú? Con lo guapa que te has puesto traerás a los chicos de calle.
    
    —No tanto — respondí halagada —. Tuve un novio dos años, pero me puso los cuernos.
    
    —Seguro que es un imbécil, tiene que ser tonto para dejarte escapar.
    
    —Gracias, Salva. Me subes el ego, jajaja — sus palabras me gustaron tanto que le di un apretoncito en la pierna. Luego dejé ahí la mano.
    
    Seguimos charlando hasta que salió la abuela a ver qué hacía.
    
    —Oye hija, ¡uy! Ya has encontrado al nieto del Matias.
    
    —Buenas noches, ...
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