1. Compartir piso confinados


    Fecha: 27/04/2024, Categorías: Hetero Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... más en esos momentos, imaginando que la follaría en mi cama.
    
    -No vamos a follar - me dijo como si leyera mi mente -. Esto es para quedar en paz, pero no vamos a tener nada más. Ayer tú te pasaste, pero es verdad que estuvo muy bien y yo necesitaba algo así. Pero no vamos a enrollarnos ni voy a poner los cuernos a mi novio.
    
    Aunque realmente ya lo había hecho. No creía que a él le fuera a parecer poco que me hubiera comido la polla. Yo le dije que lo entendía y seguimos con nuestras cosas. Tenía varios mensajes de si estaba ahí y una compañera, de alguna manera, se había imaginado que estaba haciendo guarradas.
    
    Los siguientes días fueron extraños. Guardamos las distancias y ambos estuvimos fríos con el otro. Yo ahora la miraba con más ganas todavía. Pero sabía que no podía ser. Me pajeaba pensando en lo que había pasado.
    
    Un día entró en baño mientras me duchaba y masturbaba. Por un momento pensé que iba a ser mi momento, pero quería hacer pis y no podía aguantar. Vio lo que estaba haciendo, pero no dijo nada. Después estoy seguro de que la escuché gemir.
    
    Unas mañanas más tarde, me levanté antes que ella y dejé listo su café y su desayuno como señal de paz. Alba salió de la habitación con mala cara, pero sonrió al ver el desayuno.
    
    -¡Gracias! - por un momento olvidó el nuevo estado y me dio un beso en la mejilla. Y pude sentir su teta en mi brazo.
    
    -¿Estás bien? - pregunté viendo su cara de molestia.
    
    -Sí, es que he dormido mal y me duele el cuello un ...
    ... montón. Qué mierda que no se pueda salir, iría al fisio corriendo.
    
    Le toqué el cuello y parecía muy duro.
    
    -Ay... - suspiró -. ¿No podrías hacerme un poco de masaje? Igual así mejora algo.
    
    No me lo pensé antes de aceptarlo. Una excusa para tocarla y una vuelta a una relación más normal. Trajo un aceite de masaje y se quitó la camiseta sin pudor alguno antes de sentarse de espaldas a mí en su esterilla deportiva. Pude ver, por fin, sus tetas. Fue breve, pero mereció la pena. Mi polla cosquilleó, pero me puse manos a la obra.
    
    Me senté detrás de ella, cerca de su culo. Casi podía apretar mi polla contra ella. Comencé a masajear con el aceite y ella se quejaba de tanto en tanto cuando apretaba donde tenía contracturado. Yo me comenzaba a sentirse excitado, aunque por suerte no estaba con la polla tiesa.
    
    -Qué bien... - decía ella -. Me voy a estirar y así me puedes masajear toda la espalda.
    
    Estirada, me puse sobre su cintura y comencé a apretar. Por desgracia, o por suerte, con el movimiento y rozando su culo comencé a empalmarme. Ella lo notó y, aunque primero se tensó un poco, no hizo nada por apartarse. Yo me quedé pensando que quizá ahí podía conseguir algo.
    
    -¿Quieres aprovechar y que te masajee las piernas también? - me atreví a preguntar. Quería quitarle todo.
    
    -Vale - contestó tras pensarlo unos segundos -. Pero me vas a tener que desnudas. Me parece injusto.
    
    Comencé a bajarle los shorts. Su culo magnífico ante mi mirada. Ella se giró y sus ojos se ...
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