1. Teresa quechua andina


    Fecha: 30/04/2024, Categorías: Sexo Interracial Autor: Amotepili, Fuente: CuentoRelatos

    Anteriormente les comenté de mis primeros escarceos y exploraciones sexuales que tan generosamente me brindaron las mucamas indígenas y la cocinera de la finca en la que nací y crecí en la ciudad sureña de Pasto en Colombia, allí el servicio doméstico exploró y me dejó explorar las intimidades de sus chochitos, sus tetas, sus lenguas expertas y su despreocupada naturalidad hacia el sexo.
    
    Todas me llamaban "patroncito", eran muy cariñosas y después de que una ecuatoriana veinteañera llamada Marianita me "desvirgó", ya me dejaban entrar tarde en la noche en sus recámaras para comerles las conchitas y "cachar" con ellas, hasta la cuarentona de la cocinera por fin (después que mi hermano se fue a la universidad) me dejó meterle la verga en su enorme concha toda peluda, a veces cuando los viejos se iban a la ciudad, nos poníamos todos a ver películas porno en el VHS de la casa, y entre tocada y broma, a veces alguna se ponía a mamarme la pinga.
    
    Mis padres se hacían de la vista gorda, y creo que mi viejo también se singaba a la cocinera Lucía, que tenía las tetas y el culo generosos, y nunca se negaba a dejarse mamar las tetas o abrir las piernas para echar un polvo rápido, con tal de que nadie se metiera a su cocina a fisgonear o decirle como freír un huevo.
    
    Seguí cogiendo con las indias de la casa y a los 20 años, ya con las hormonas alborotadas y la verga de un tamaño respetable, nuestras domésticas se anduvieron con más cuidado porque no querían ni perder el trabajo o ...
    ... salir embarazadas, a lo que comencé a frecuentar a las chicas locales muy lindas y algunas muy putonas y cogían con despreocupación pero siempre con un condón por miedo al SIDA y a salir embarazadas.
    
    Ciertamente, cogía con mis vecinas y me encantaba, pero les faltaba ese toque ”indígena” que tanto me gustaba, sus tetas paraditas de pezones casi negros, sus conchitas totalmente lampiñas o con solo algunos vellos, sus olores de hembra montuna, y sus murmullos en sus idiomas al meterle y sacarle la verga o al comerles las conchitas y su total desenfado a la hora de querer echar un polvo, no eran complicadas e igual les gustaba coger como mamar verga, tragándose el semen sin hacer ascos.
    
    Una vez vi a la cocinera mirando de forma rara a una chica nueva que había llegado hacia poco de Perú, recomendada por una mucama que se fue de vuelta a su país, era flaca y alta para ser india, con muy pocas tetas, pero de bello cuerpo, y al preguntarle a Lucía (la cocinera) que si se quería cachar a la nueva, me dijo que no preguntara pendejadas, pero una noche metido en su recámara después de echar un buen polvo, le volví a preguntar por la flaca y esta vez me dijo que sí, que quería probar un chocho, que ella me había visto comiéndole la conchita a Mariana, y a Mariana besándose con otra de las sirvientas, y eso le daba curiosidad.
    
    Entonces entre Lucía y yo comenzamos a tentar a la flaca que se llamaba Teresa, ella no tenía problema con que yo la tocara, nos besáramos, que le sobara ...
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