La que busca encuentra...
Fecha: 30/04/2024,
Categorías:
Fantasías Eróticas
Autor: femerba, Fuente: CuentoRelatos
... y, al entrar, percibimos un ambiente cálido, en contraste con el frío que se experimentaba afuera. Entonces, una vez dentro, y acomodados en una pequeña mesa, en un rincón, frente a una ventana, mi esposa decidió despojarse de su abrigo y mostrarse en la indumentaria escogida, que dejaba ver sus hombros, su espalda y casi que sus pechos por el profundo escote de la blusa, además que la corta falda que vestía, dejaba ver sus piernas, que resaltaban por los zapatos de tacón que estaba utilizando.
En vez de cerveza, decidimos beber unos cocteles y ver qué pasaba en aquel lugar. El sito estaba concurrido, no totalmente lleno, y se oía el murmullo de las conversaciones, que se ahogaba con el sonido de la música ambiental. No había chance de hablar sin levantar la voz y, la verdad, a mí no me pareció agradable el lugar. Pero ella, mi esposa, parecía estar a gusto, quizá fascinada de ver tantos hombres reunidos allí. También había otras parejas, pero estas vestían conservadoramente, utilizando jeans, buzos de lana y botas para protegerse del clima.
La vestimenta de mi esposa, por el contrario, era una invitación inevitable a ser observada por la concurrencia. Todos tenían que ver con ella. La miraban de frente, o de reojo, pero la observaban. Y ciertamente, en aquel lugar, nos estábamos sintiendo observados. Así que, no habiendo otras alternativas, decidimos quedarnos a pasar el rato. Más tarde, arribaron al lugar unos motociclistas, exhibiendo sus vestimentas en cuero y ...
... haciendo alarde de ser especiales y de que todos en aquel lugar reparásemos en su presencia. Y, la verdad, llegaron para alegrar el ambiente en aquel lugar.
Un de ellos, guitarra en mano, amenizó la noche con su repertorio de canciones y nos estimuló a que lo acompañáramos cantando. Eran canciones conocidas por todos, así que el número de miembros de aquel improvisado coro aumentaba con cada canción. El ambiente del lugar se veía animado, así que lo que pareció aburrido en un principio fue mejorando con el pasar del tiempo. Los motociclistas se adueñaron del lugar, por decirlo de alguna manera, ya que disponían de lo que allí sucedía a sus anchas. Y, pasadas las horas, y con algunos tragos de más, el ambiente empezó a elevar su temperatura.
Aquellos, entre los cuales también había mujeres, quizá sus parejas, empezaron a proponer juegos y dinámicas para que todos participaran y se divirtieran. El que se bebiera media botella de aguardiente de un solo sorbo, preguntas para saber qué tanto se conocían hombre y mujer en la pareja, concurso de karaoke, y, un poco más subido de tono, las piernas más lindas, la mejor vestida, la más sexy. Para ello, organizaron que las mujeres que se apuntaran a la actividad se subieran a la barra y desfilaran allí, a la vista de la concurrencia, que, con aplausos, media el grado de aceptación de quienes participaran. Los premios eran botella de licor.
Mi mujer estuvo reacia a involucrarse. Uno de los hombres vino hasta nosotros y, de buena ...