1. La que busca encuentra...


    Fecha: 30/04/2024, Categorías: Fantasías Eróticas Autor: femerba, Fuente: CuentoRelatos

    ... manera, insistió para que mi mujer aceptara participar, pero le agradeció el gesto y le dijo que así estaba bien, felicitándolo por tomar la iniciativa de alegrar el ambiente de aquel lugar. El tipo, un tanto decepcionado por no haber conseguido su propósito, prometió volver a hacernos compañía un rato, si no nos importaba. Le dijimos que no había problema y que con gusto compartiríamos con él.
    
    Más tarde, como era de esperarse, el tipo volvió a aparecer en escena. Se le notaba decidido y un tanto envalentonado, tal vez animado por unas copas de más. Yo estaba alerta, pues no quería que, de pronto, su conducta fuera inapropiada y se generara algún tipo de situación, maltrato o agresión, que se nos saliera de las manos. Bueno, bueno, llegó diciendo, espero que me dediquen un poco de su tiempo. Y se sentó al lado de mi esposa, quedando frene a mí. ¿Está bien? Dijo. Si señor, contesté. No hay lío.
    
    Y de una, sin mediar palabra, aquel puso una mano en los muslos de mi mujer, diciendo: Señora, luce usted muy atractiva y nos desilusionó que no hubiera querido acolitarnos para pasarla bien esta noche. Es que, dijo ella, no me sentía muy cómoda. Las otras mujeres eran muy jóvenes y me sentía un tanto fuera de tono. Eso fue todo. Entiendo, dijo él, sin dejar de sobar el muslo de mi mujer, de manera atrevida y descarada. sin dejar de mirarla a los ojos. Quise manifestarme e intervenir, pero mi esposa se mostraba impasible y para nada molesta, así que decidí observar ...
    ... solamente.
    
    Y es que, una vez el tipo puso su mano sobre los muslos de ella, mi mujer, igual de atrevida, en respuesta, puso su mano sobre el miembro de aquel, por encima del pantalón. Tal vez eso lo dejó perplejo por un momento, pues no esperaba esa reacción de parte de la dama. Ciertamente su actitud de macho alfa y líder de la manada se estaba viendo comprometida, pero no se dejó acomplejar. Vaya, vaya, dijo, por lo que me doy cuenta, la dama, por lo visto, quiere otra cosa. ¿Sí? Cuestionó mi mujer. ¿Qué quiero?
    
    Pues, con el permiso del señor, aquí presente, me parece que usted quiere tener sexo conmigo. ¿Qué le hace pensar eso? Preguntó mi esposa. Pues la manera en que me toca, contestó. Sí, respondió ella, pero usted empezó primero. ¿No será al revés? ¿Que usted vino hasta esta mesa porque tiene la intención de convencerme y acostarse conmigo? No puedo negarlo, dijo él, usted destaca en la concurrencia y creo que más de uno aquí ha pensado lo mismo que yo.
    
    ¿Y qué le hace pensar que yo estoy disponible? Cuestionó. Pues, dijo él, para empezar, la forma de vestir es inusual para este lugar y uno supone que usted quiere que se le tenga en cuenta, que quiere que se interesen en usted y procurase compañía. ¿Y por qué esa compañía tiene que involucrar sexo? Replicó mi mujer. Uno supone, contestó él, pero, es verdad, no tendría por qué ser así. Discúlpeme si la incomodé. Para nada, respondió, ella. Descuide. Pero es mejor que las cosas sean claras y no albergar malos entendidos.
    
    Y ...
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