1. La que busca encuentra...


    Fecha: 30/04/2024, Categorías: Fantasías Eróticas Autor: femerba, Fuente: CuentoRelatos

    ... sobre tener sexo con usted, sí, dijo mi mujer, debo confesarle que la idea pasa por mi cabeza. Pero no sé si usted esté de acuerdo en las condiciones que habría para que eso sucediera. ¿Y cuáles serían esas condiciones? Preguntó. Primero, mi marido estará presente. Yo no me involucro en este tipo de aventuras si no cuento con su apoyo. Segundo, el encuentro se daría en la habitación de nuestro hotel. Y, tercero, usted puede comportarse como habitualmente lo hace con sus conquistas, pero, si hay algo que no me gusta, dejamos las cosas así. Sin explicaciones. ¿Está de acuerdo? Sí, contestó.
    
    Aunque quisiera poner algunas condiciones de mi parte. Me parece justo, comentó mi esposa. ¡Adelante! Primero, quisiera que usted y yo saliéramos de este lugar en mi motocicleta. Segundo. Me gusta tener el control de la situación y que mis parejas se sometan. Tercero, si algo no le gusta, antes que rechazarme, quisiera que me lo dijera abiertamente. ¿Está de acuerdo? Sí contestó ella. Bueno, qué opinas tú, me preguntó. Pues, contesté, ¿qué puedo opinar? Ya organizaste todo y no habría nada más que decir, así que vamos.
    
    El macho alfa de aquella manada de motociclistas, Oscar era su nombre, nos pidió algunos momentos para despedirse de su tropa. Tómese su tiempo, dije yo. Nos avisa cuando esté listo. Así que se retiró de la mesa, conversó un rato con las personas que le acompañaban, quizá poniéndose de acuerdo dónde encontrarse más tarde, o al día siguiente, si las cosas duraban ...
    ... más de lo previsto. Al final, poniendo todas sus cosas en orden.
    
    Al rato, Oscar volvió. Y, en el mismo tono mandón de antes, dirigiéndose a mi mujer, dijo, ¡vamos! Así que nos levantamos de la mesa y le seguimos. Vi como ella le acompañaba y se acomodaba en su moto mientras yo, que me había rezagado, pagaba la cuenta. El tipo, ciertamente, quería hacer su show frente a los amigos y alardear de su conquista. Y, mi mujer, cómplice del espectáculo, le colaboró, porque dejó el abrigo conmigo y así, vestida de fiesta, informal, como estaba, partió en la moto junto a él. No dudo que los demás sabían qué seguía a continuación.
    
    Abordé mi vehículo y, también, haciendo el show, partí en dirección contraria a la que habían emprendido ellos. Sus amigos habrán pensado que yo no hacía parte del decorado y que todo se iba a desarrollar entre su amigo y mi mujer, su nueva conquista. Así que, una vez llegado al hostal, tan solo unos minutos después de ellos, llegué hasta nuestra habitación, pero no les encontré. La moto de aquel hombre estaba estacionada frente a la recepción, por lo cual descartaba que se hubieran ido para otro lugar. Supuse, entonces, que mi esposa había tomado otra habitación, así que llegué hasta la recepción para preguntar. ¿Alguien se ha registrado a esta hora? No, nadie, me contestó el recepcionista.
    
    No me atreví a indagar más y decidí darme una vuelta por ahí. El sitio no estaba concurrido, más bien solo, de manera que hubieran podido ir a algún sitio poco ...
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