La que busca encuentra...
Fecha: 30/04/2024,
Categorías:
Fantasías Eróticas
Autor: femerba, Fuente: CuentoRelatos
... convencional. Y, en efecto, al pasar frente al bar, cerrado y sin servicio a esa hora, escuche el sonido característico del meta y saque del miembro masculina en la vagina de la mujer. Con sigilo, y tratando de no distraer a quienes allí estuvieran, entreabrí la puerta y allí, al fondo, en medio de la penumbra, vi a mi esposa, parada, apoyada en la barra, de espaldas a aquel, quien desde atrás la penetraba y empujaba a su antojo.
El hombre tenía los pantalones abajo y la embestía duro, con furia, si se quiere. Y mi mujer, con la falda de su vestido levantada, exponía sus nalgas para el disfrute de aquel. ¿Te gusta mi verga? Repetía aquel hombre incesantemente, a lo cual mí mujer respondía con un agitado y entrecortado sí, te siento rico. ¡No pares…! Allí, en la penumbra, al parecer escondidos de las miradas, se podía ver las figuras de ambos en la cópula y escuchar los gemidos de mi esposa, como un murmullo. El macho no dejó de empujar contra sus nalgas, con más intensidad en la medida en que ella gemía y movía sus caderas en respuesta a sus embestidas.
El tiempo pasó y, tras continuar unidos por sus sexos, vino el desenlace. Aquel apretó su cuerpo contra sus nalgas, evidenciando que había llegado a su clímax. Ella, interpretando la situación, movía agitadamente sus caderas mientras gozaba de las sensaciones del momento. Y, unos segundos después, aquel se retiraba y mi esposa se giraba para dar por terminada la faena. Yo, sigilosamente me fui a esperarlos en la ...
... recepción, como si no supiera de nada.
Al rato llegaron hasta ahí. ¿Dónde andabas? Pregunté cuando les vi. Dándole una pruebita, me contestó ella con una sonrisita pícara. Entiendo, contesté. ¿Y? La tiene rica, continuó. Okey. Y, ¿ya se acabó? Pues, no sé, respondió ella. No sé si él caballero quiera más. Y el caballero, como era de esperarse, respondió que le gustaría compartir un poco más. Entonces, ¿pregunté? Entonces, respondió mí esposa, vamos a la habitación, si les parece. A mí me parece. ¿Y a usted? Pregunte mirando al incrédulo motociclista. Lo que ustedes digan, respondió.
Ya, en nuestra habitación, mi esposa dirigió el rumbo de laos acontecimientos. ¿Nos quitamos la ropa? Sí, dijo aquel, pero déjeme desnudarla. ¡Adelante! Dijo ella. El hombre, entonces, empezó a desnudarla, quitando prenda por prenda. No era difícil. Empezó por quitarle el abrigo, la prenda que permaneció puesta mientras penetraba su vagina minutos antes. Y estando así, pudo verla de nuevo como la conoció en “La Cervecería”, con su blusa escotada y su corta falda.
Continuó retirándole la blusa y decidió entretenerse unos instantes, acariciando, besando y amasando los pechos descubiertos de mi esposa, que, para ese instante, estaba aflojando el cinturón del pantalón de aquel. Y metiendo sus manos dentro de los pantaloncillos del hombre, llegaba a acariciar el pene que pocos momentos antes la había penetrado. La tiene rica, dijo ella, mientras aquel miembro crecía de nuevo al tacto de sus manos. El ...