Día de verano
Fecha: 20/10/2018,
Categorías:
Confesiones
Autor: aidan, Fuente: CuentoRelatos
El verano pasado acababa de cumplir dieciocho años. Pasaba las vacaciones con mis padres en una localidad turística de la costa y cada día salía de casa a media mañana para encontrarme en la playa con mis amigos. No volvía hasta el atardecer. Como mi casa estaba algo lejos de la primera línea de costa, acostumbraba a hacer autostop para no tener que andar un buen rato bajo el sol.
Aquella mañana hice lo mismo. Iba vestido con el bañador, una camiseta naranja, playeras y una gorra y llevaba una toalla en la mano. No había esperado ni cinco minutos en la carretera cuando se paró un coche deportivo de color plateado. Un hombre bajó la ventanilla y me hizo una señal con la mano. Me acerqué y me preguntó:
- ¿Vas a la playa, chaval?
Yo asentí y me invitó a subir. En el coche llevaba puesto el aire acondicionado y una música bastante suave. Le miré. Era un tipo de unos treinta años, moreno, con el pelo negro, gafas de sol y una barba de un par de días, y llevaba unos vaqueros y una camisa azul oscuro. Se le veía una buena musculatura, aunque sin llegar a ser un atleta. Me sonrió antes de presentarse:
- Me llamo Carlos. ¿Y tú?
- Alex, respondí.
- ¿Te importa que pase un momento por mi casa? Luego te llevo.
- No, claro.
El viaje duró pocos minutos y estuvimos charlando de temas intrascendentes: el calor, las vacaciones... De cuando en cuando y con ocasión del cambio de marchas la mano de Carlos rozaba levemente mi muslo. El tipo me inspiraba confianza y yo me ...
... sentía a gusto. Incluso esperaba la próxima ocasión con un pequeño cosquilleo de curiosidad.
La casa de Carlos quedaba algo aislada y parecía tener un jardín alrededor. Carlos metió el coche en el parking.
- Entra un momento, no te vas a quedar aquí encerrado.
Bajé y entré en la casa detrás de mi anfitrión. Visto de cuerpo entero Carlos era un tío atractivo y tenía un buen físico. Aunque nunca había hecho nada con un hombre (sólo los juegos habituales con compañeros de mi edad) me sorprendí a mí mismo por un instante imaginándome algo con él, no sabía exactamente qué.
Pareció que Carlos me había adivinado el pensamiento porque se giró hacia mí con la mejor de sus sonrisas y me apretó la mano para decirme:
- Pasa, como si fuera tu casa. ¿Quieres una CocaCola?
- Vale, si no es molestia...
El salón estaba a la sombra pero el ambiente era bastante caluroso. Carlos se fue a la habitación de al lado que supuse sería la cocina y yo me quedé mirando por el ventanal que daba al jardín. Se veía césped y una piscina. Ni me di cuenta cuando Carlos volvió con la CocaCola y se acercó a mí por detras, rozándome. Estaba muy cerca de mi nuca cuando me habló:
- Ahí tienes. ¿Te gusta el jardín?
Me di la vuelta algo sobresaltado. Pero la mirada de Carlos me tranquilizó enseguida.
- Sí, claro. Tienes una casa estupenda.
- ¿Quieres quedarte un rato y pruebas la piscina?
- He quedado con mis amigos, pero...
En realidad me apetecía quedarme. Los días en la playa ...