-
Día de verano
Fecha: 20/10/2018, Categorías: Confesiones Autor: aidan, Fuente: CuentoRelatos
... no eran demasiado variados y aquella era una ocasión de probar alguna novedad. - Bueno, sólo un rato. - Ven a mi cuarto y dejas la ropa. Pasamos a la habitación. Tenía una cama muy ancha y otro ventanal que daba al jardín. Carlos se descalzó y se desabrochó la camisa. Yo me quedé mirándolo. Tenía un poco de vello en el pecho y unos pectorales bien formados. - ¿Te ayudo? Yo negué con la cabeza, pero Carlos ya se había acercado a mí y me había pasado las manos por debajo de mi camiseta, como para quitármela. Cuando la subió hacia arriba, se detuvo un momento en mis pezones y me los acarició. Yo me eché a reír para disimular mi agitación. - ¿Tienes cosquillas? Acabó de sacarme la camiseta. Nuestros cuerpos estaban muy próximos y sus manos viriles se paseaban suavemente por mis costados. Me gustaba sentir aquellas caricias. Nuestras caras también se aproximaron. De pronto Carlos me atrajo con fuerza y sin decir nada puso sus labios sobre los míos. No pensé en resistirme y los entreabrí. La lengua de Carlos se introdujo entre ellos y encontró la mía. Durante un par de minutos nos estuvimos besando apasionadamente mientras nuestros pechos se tocaban. Acaricié sus pezones. Estaban duros. - Desnúdate. Vacilé un momento pero en seguida obedecí. Me bajé el bañador hasta los pies. Cuando levanté la vista, Carlos había mezclado a su sonrisa una intensa expresión de deseo. Se soltó el cinturón de los vaqueros y los dejó caer. Llevaba un slip negro muy pequeño y ...
... el paquete le abultaba visiblemente. Mi polla se puso dura enseguida. - Ven aquí. No lo había hecho nunca, pero adiviné lo que quería. Me arrodillé ante él y acerqué mi cara hacia su slip. Aspiré la mezcla de olor de algodón y aroma de sexo masculino. Humedecí con mis labios el bulto cada vez más crecido. A través del fino tejido sentía el calor de su miembro. Carlos puso una mano en mi nuca y me mantuvo apretado contra su sexo. Empecé a pasar la lengua por la verga todavía oculta. Me sorprendí a mí mismo pidiéndole: - Dámela. - Toma, muchacho. Mámala. Carlos se despojó del slip y su polla, completamente dura, se paseó por mi cara. Era la primera polla de hombre que saboreaba: quise sentirla en mis ojos, mi nariz, mis mejillas... El capullo redondeado, rojo y suave era delicioso. Y caliente. En seguida se posó en mis labios y pude lamerlo con fruición. Abrí mi boca y lo engullí, poco a poco, mientras con una mano le palpaba los cojones. Recorrí con mi lengua toda la zona que rodeaba el glande y paladeé su sabor fuerte y masculino. Carlos gemía de placer. Me dijo: - Menéatela. Con mi mano libre empecé a pajearme, muy lentamente. No quería distraerme de las sensaciones que estaba experimentando en mi boca. Me costaba tragarla hasta lo más hondo y de cuando en cuando la sacaba para respirar y para admirarla, húmeda y brillante por mi saliva. Vi en la punta una gota transparente y me apresuré a bebérmela. Pero quería más. En aquellos momentos sólo deseaba que ...