El conserje del edificio me cobró el favor
Fecha: 20/10/2018,
Categorías:
Grandes Relatos,
Autor: fernandete, Fuente: CuentoRelatos
Que tal a todos los lectores que visitan este sitio. Ahora les contaré mi experiencia con un señor ya mayor que resultó bastante pervertido. Para los que aún no leen uno de mis anteriores relatos me describo: soy una mujer morena clara, linda, ojos cafés y cabello largo color negro hasta media espalda, de complexión delgada, pero con un trasero firme y redondeado.
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Vivo en un complejo de apartamentos, en la planta baja vive Moisés, conocido como Don Moy. Se trata de un viudo de unos 65 años, alto y de complexión robusta, de esos viejos fuertes como roble, de escaso cabello pero con una barba larga y abundante en color gris, su piel es blanca y no es mal parecido el señor, su cuerpo bien conservado para su edad. Cada que me topo con él, su mirada lasciva y lujuriosa recorre mi cuerpo de pies a cabeza, siento cómo me desnuda con esos grandes ojos negros y penetrantes. Poco después del fallecimiento de su esposa comenzó a comportarse sospechosamente, cada que entro o salgo del edificio miro que las cortinas de su ventana se agitan, como si él estuviera viendo por una rendija, espiándome. Don Moy tiene el nombramiento de conserje y está al pendiente de los inquilinos para cuestiones como darle acceso a las visitas, inventario de llaves, servicios, etc.
Un fin de semana mi pareja andaba de viaje y para no aburrirme en casa decidí asistir a una reunión de amigos. Quería sentirme sexy esa noche así que me enfundé en un vestido negro muy corto y debajo ...
... me puse un conjunto de lencería con liguero todo en color tinto. Ya en el convivio cenamos, bailamos y bebimos, justamente ese fue mi problema porque me pasé un poco de tragos. Tuve que pedir un taxi para ir a casa, lo abordé y casi todo el camino fui dormitando. Al llegar a mi domicilio solo recuerdo que me bajé tambaleante y caminé hasta el portón del edificio. Busqué enseguida mis llaves más no logré encontrarlas por ningún lado y las únicas copias se las había llevado mi pareja que se encontraba a cientos de kilómetros de distancia.
No me quedó más remedio que tocar el timbre del apartamento de Don Moy. Luego de varios minutos de insistir contestó por el comunicador y pulsó el botón que abre automáticamente el portón principal. Una vez que entré al edificio fui a tocar a su apartamento, me observó por la mirilla y entreabrió un poco su puerta. Le pedí de favor que usara su llave maestra para abrir mi apartamento, enseguida salió refunfuñando, iba algo desaliñado vistiendo una bata a cuadros y unas pantuflas.
Lo primero que hizo Don Moy fue darme un sermón sobre irresponsabilidad, abuso del alcohol, seguridad personal y no sé qué tantas cosas más. Finalmente tomamos las escaleras rumbo a mi piso y Don Moy me seguía los pasos detrás de mí. Sin disimulo alguno el viejo iba viendo mis piernas y mi trasero, desde ese ángulo y con mi corto vestido no podía ocultar mucho que digamos. Subir tantas escaleras con alcohol en la sangre terminaron por provocarme vértigo, por lo ...