El conserje del edificio me cobró el favor
Fecha: 20/10/2018,
Categorías:
Grandes Relatos,
Autor: fernandete, Fuente: CuentoRelatos
... tanguita con su mano derecha y se la metió por debajo de la bata, justo en la zona de su entrepierna. Poco después abrió se bata para maniobrar mejor, usando la tanguita para rodear su polla y pajearse con ella. Justo en ese momento comencé a recobrar un poco el sentido y la movilidad. Me percaté que Don Moy estaba parado junto a mí, prácticamente en pelotas y encima haciéndose una paja con mi tanga.
-¿Qué hace Don Moy? -alcancé a balbucear.
No recibí respuesta de aquel señor, él se limitó a seguirse pajeando. Cada que Don Moy sentía que su polla perdía firmeza, se llevaba de nuevo la tanga a la nariz, el aroma a coño era su afrodisiaco. Su verga iba creciendo notablemente, tardó un poco claro por ser ya era mayor el hombre, pero el viejo aún tenía potencia como para ponerla completamente tiesa. Debo reconocer que en ese momento tuve una reacción muy extraña, una mezcla de excitación por la escena tan morbosa junto con una sensación repulsión al verlo en ese trance en el que se encontraba.
Estuve pasmada de la impresión por unos instantes, de pronto reaccioné y me quise incorporar para sentarme y echarlo de mi casa, pero enseguida Don Moy me lo impidió. Con una de sus manos me tomó del cuello y me obligó a quedarme recostada, mientras que con la otra mano tomó su verga y me la metió en la boca. Forcejeamos bastante pues su verga aunque era de buen tamaño no me apetecía del todo, tenía un sabor extraño. Cuanto más me resistía más fuerte apretaba mi garganta para ...
... asfixiarme, obviamente no podía gritar por tener su polla dentro de mi boca, ni tampoco tenía fuerzas suficientes para liberarme de él.
-Esto te pasa por haberme molestado de madrugada -me dijo Don Moy con tono molesto.
Cada vez metía más adentro su verga en mi boca mientras yo me mantenía ocupada tratando de respirar, no podía evitar patalear y emitir quejidos ahogados de la desesperación cuando me la hundía hasta la garganta, las lágrimas se me salían porque sentía que me faltaba el aire. Don Moy ni se inmutaba, solo movía su pelvis para bombear mi boca con su pito y así me mantuvo como por 20 minutos, sin duda los viejos tienen mucho aguante. Por estar tanto rato así mi quijada me dolía bastante y abundante saliva me escurriría por las comisuras de mis labios ya hinchados.
Noté que su respiración se agitaba, me temía lo peor: que se corriera en mi boca. Y no es que no me guste tragar semen, pero si el sabor de su pija no era agradable, muy seguramente su leche tendría un gusto fatal. Los resoplidos de Don Moy se volvían más marcados y noté que su polla se endurecía, en cualquier momento se iba a descargar. Justo en el momento que estaba a punto de explotar sacó se miembro de mi boca, pensé por un momento que se había apiadado de mi o algo así, pero mi sorpresa fue mayor al ver que levantó del piso mis medias, ¡y comenzó a correrse sobre ellas! Soltó varios chorros sobre ellas, el semen tenía una tonalidad amarillenta y de consistencia viscosa muy espesa, qué suerte que ...