El conserje del edificio me cobró el favor
Fecha: 20/10/2018,
Categorías:
Grandes Relatos,
Autor: fernandete, Fuente: CuentoRelatos
... que me detuve un instante apoyada del pasamano. Enseguida vino Don Moy en mi auxilio, me sostuvo del brazo para ayudarme a seguir subiendo. Varios escalones después, el habilidoso de Don Moy tenía ya su brazo rodeándome por la cintura y aprovechaba descaradamente para manosearme con el pretexto de estarme ayudando a permanecer de pie.
Llegamos a la puerta de mi depa y abrió con su llave maestra, literalmente tuvo que cargarme hasta el sillón de la sala y nuevamente abusó al sujetarme de las nalgas para levantarme. Me recostó en el sillón, caminó de nuevo hasta la puerta, la cerró por dentro y puso el seguro. Volvió a donde estaba recostada para sacudirme en un intento de hacerme reaccionar, hasta me trajo un vaso de agua para beber, aunque la verdad seguía bastante adormecida y me costaba trabajo mantener los ojos abiertos.
Mientras estuve ahí tendida Don Moy me devoraba con la mirada y rápidamente se comenzó a calentar al estarme observando las piernas con las medias color tinto que llevaba puestas. Suavemente sus manos comenzaron a acariciar mis piernas y poco a poco me levantó el vestido hasta la cintura dejando al descubierto el resto de mi conjunto de lencería, clavando su mirada en mi panty de encaje transparente que dejaba entrever mi depilado pubis. Sus manos recorrían lentamente mis muslos, mis pantorrillas, mis rodillas, luego me quitó los tacones y empezó a masajearme los pies con mucha dedicación para posteriormente hincarse y besarlos con dulzura. Tiempo ...
... después comprendí que Don Moy es un amante de los pies, de esos que los veneran, que fantasean con todo lo referente a esas extremidades, padece de ese fetiche.
Su siguiente movimiento fue desabotonar las medias del liguero y removerlas de mis piernas muuuy despacio, una a la vez. Cuando las quitó por completo tomó las medias en sus manos y las olisqueó, aspiraba su aroma como si fuera perfume. Después de eso le dio por besar y lamer mis pies, lo hacía con lengüetazos largos desde el tobillo por tooooda la palma hasta llegar a mis dedos. Se tomó todo su tiempo probando uno a uno los dedos de mis pies, introducía su lengua por entre las comisuras, mordía las uñas con sus dientes, chupaba el dedo gordo como si practicara una felación, en verdad que no escatimó en explorarles cada milímetro.
Una vez que sació su fetiche con mis pies fue recorriendo con su lengua toda la extensión de mis extremidades, desde la pantorrilla, rodilla, espinilla, la parte trasera de la rodilla, muslos, ingles, en fin, se estaba dando un festín el viejo. Inevitablemente su boca se fue acercando a mi coño, Don Moy notó que mi humedad traspasaba la delgada tanguita de encaje que llevaba puesta esa noche, la hizo a un lado y miró por unos instantes mi coñito depilado que ya estaba mojado e hinchado. Luego hizo el mismo ritual solo que ahora con mis bragas, me las removió y la olisqueó. Creo que el aroma a coño que quedó impregnado en la prenda lo puso aún más caliente porque se puso de pie, tomó la ...