1. Masajes de aficionado a un campeón de natación (parte 1)


    Fecha: 12/05/2024, Categorías: Gays Autor: Dayenorius1, Fuente: CuentoRelatos

    ... la escalera y con la voz agitada, me dijo que él ya podría sostenerse en un pie, al menos dentro del agua. Lo fui soltando a desgano porque me pareció haber sentido que su pija se había endurecido un poco. Me agradeció con su sonrisa habitual, esta vez quebrada en un rictus de dolor. Me dio pena y lo tomé de la cara para decirle que había superado la marca tres veces.
    
    -¡Sos el mejor! ¡Sos un campeón!
    
    Casi le doy un beso en la boca, pero me contuve y le pregunté si estaba bien.
    
    -Sí, pero me vas a tener que ayudar a subir, no me puedo impulsar, me duelen mucho los gemelos.
    
    -Colgate de mí, como recién, que te subo por la escalera, le dije pensando en que lo iba a tener apoyado sobre mis nalgas.
    
    -¿Vas a poder?
    
    -Trataré, pero agarrate bien de mí con una mano.
    
    Subimos los tres escalones con bastante esfuerzo hasta que lo pude acomodar sentado en un banco, notando cómo estaba su bulto algo empinado. Lo hice acostarse en el banco para empujarle el pie hacia abajo como hacen los futbolistas para calmar el dolor del calambre. Yo también estaba excitado y no pude evitar que mi paquete se rozara con su pantorrilla.
    
    Para alentarlo, mientras le seguía manoseando la pierna, le conté que le había mandado una foto del cronómetro al entrenador. Lo ayudé a pararse y vi que aún le dolía la pierna.
    
    -No tengo tanto dolor ahora, me dijo, tras algunos minutos, pero me vas a tener que sostener hasta los vestuarios.
    
    -No hay drama, le dije, le puse su brazo sobre mi ...
    ... hombro y lo tomé de su estrecha cintura para ir hasta los vestidores, cubriéndolo con mi misma toalla, para tener su cuerpo más apretado al mío. Iba temblando de los nervios y me preguntó si tenía frío.
    
    -Un poco, le mentí, pero en realidad me corrían escalofríos por la calentura que tenía. Volví a recostarlo en el banco de los vestuarios y le mandé un mensaje al entrenador para contarle la situación. Me respondió que había una crema o pomada natural para los dolores musculares en su botiquín personal y que yo se la podía aplicar masajeándole las piernas. La tomé presuroso y mientras iba hacia él lo veía como un efebo recostado en una ladera de mi Olimpo, mostrando su físico esculpido por los dioses.
    
    -El entrenador me dijo que te pusiera esta crema para calmarte el dolor de los calambres. ¿Te podés poner boca abajo?
    
    -Sí, dale, por favor.
    
    Admirar su espalda perfecta y sus nalgas firmes y redondas apenas cubiertas por el slip turquesa, me pareció sublime. Le sequé bien el cuerpo, acariciándolo más de lo necesario y en algunas partes me esmeré todavía más, hasta que me arrodillé a un lado del banco y empecé a pasarle suavemente la crema por las piernas. Era una sola la que le dolía, pero no me importaba nada.
    
    Subí y bajé mis manos con delicadeza y esmero, desde los tobillos hasta el borde de su slip y un poquito más. Dio un par de respingos y le pregunté si lo había molestado o le había hecho daño.
    
    -No, para nada, me dijo. Seguí así, lo que pasa es que primero me da ...