1. Más azúcar


    Fecha: 14/05/2024, Categorías: Erotismo y Amor Autor: Havelass, Fuente: CuentoRelatos

    ... semen inundó su boca. Pero mi éxtasis no terminó hasta que Rocío no terminó de lamer todo lo sobrante que había quedado pegado al tronco, al vello púbico, a los huevos. "Ooh, Rocío, qué me haces, oohh", susurré de placer. Ella levantó su cabeza y me miró con ojos tiernos: mi semen le manchaba la comisura de los labios, la barbilla. "¡Te ha gustado, eh!, hazme una poesía", pidió mientras se relamía como una niña tras sorber un helado.
    
    Hazme una gran mamada;
    
    saborea, paladea el grueso cipote;
    
    que suene tu chupada,
    
    mi mano en tu cogote.
    
    Así así, no te pares, date un lote.
    
    Regresé a mi casa. Entré. Dije: "Hola".
    
    María se puso a caminar delante de mí. Iba de un lado a otro del saloncito, con los brazos cruzados sobre sus tetas. Sus chanclas negras; el chancleteo, ese palmear de la planta de sus desnudos pies contra la goma, me excitaba. La falda de su vestido largo barría el suelo sin fregar. Yo la miraba, embobado, de pie, frente al televisor apagado: era de noche y había poco que ver. María. Tan juvenil, tan llena de vitalidad. Su ...
    ... cuerpo, voluptuosamente tierno, limpio, suave, como si nunca hubiese sufrido ese desgaste que a todos nos acontece con la edad; y eso que ella estaba en la treintena. Por eso la elegí a ella entre muchas, por eso.
    
    Y yo, casi doblándole la edad... "Carlos", me dijo, "vengo de trabajar y no estás". Soltó un bufido: "Uff". "Carlos", continuó, "¿lo has hecho con otras, antes de ahora, hoy?, dime la verdad"; "Te juro que no", mentí. Yo la deseaba, quería follarla. Me acerqué y la sujeté por la cintura con ambas manos. La besé. Ella suspiró. Entonces fue ella la que me besó, metiéndome la lengua en la boca, salvaje. Pasé la palma de la mano sobre su falda, palpando la tela: le acaricié el coño. Ella volvió a suspirar. La levanté del suelo con mis brazos, pasé mi brazo por debajo de sus rodillas y, en volandas, acunada, apoyada su cabeza en mi pecho, la transporté al dormitorio, a nuestra cama. Le di un sonoro beso en la frente, alcé la falda de su vestido hasta el ombligo, le saqué las bragas por los pies y la penetré totalmente empalmado. Ah, María, mi esposa. 
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