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Viaje a Antalya (Turquía)
Fecha: 03/08/2017, Categorías: Gays Autor: elalcalde, Fuente: SexoSinTabues
... entrego. Termina dentro de mí un buen rato después de que yo me haya corrido. Me invita a entrar en la piscina y me lava cuidadosamente. Luego me seca con unos trapos que parecen sábanas más que toallas. Cuando estoy bien seco, me acaricia todo el cuerpo suavemente antes de ponerme el bañador y el albornoz y atarse él una toalla a la cintura. Salimos. Jesús está en una mesa bebiendo un té. El muchacho me acompaña a la mesa y me separa la silla para que me siente. Luego se despide con una amplia sonrisa. - No te he visto salir. Habéis tardado poco. - Contraté un masaje de media hora para mí y uno de una hora para ti, pero has tardado casi hora y media. ¿Te ha gustado el masaje? - Sí. ¿Y a ti? - Bueno. Tanta parafernalia con los trapos para sacar espuma tampoco me parece impresionante. Ha sido un masaje normal. - Ya. A mí sí me ha gustado. - ¿Quieres que te contrate otro para mañana? - No me importaría. ¿Tú quieres? - Te lo contrato para ti. Yo paso. - Vale. Se va directamente hacia recepción. Al día siguiente, sábado, vuelvo solo al hamman. Me recibe el otro muchacho. Pasamos al hamman y me desnudo. Veo que él no se quita la toalla. Le pregunto por el otro muchacho por señas. Al principio no parece entenderme, pero luego abre los ojos, me indica que me tumbe y que espere con la mano y desaparece. Apenas dos minutos después aparece el muchacho de ayer, sonriéndome. Mientras se acerca, se quita la toalla. Viene empalmado. Le sonrío. Le tiro un beso y me tumbo boca abajo, ...
... entregándome. Repite el masaje del día anterior. Me deja aún más satisfecho. El domingo y el lunes me resulta imposible hacer un hueco para intentar un nuevo masaje. El martes es el día de vuelta. Tenemos que salir del hotel a las 11 de la mañana. Le digo a Jesús que me gustaría despedirme del hamman. Me levanto a las siete de la mañana y bajo. Está cerrado. Pregunto en recepción a una mujer morena. No consigo hacerme entender y solo saco la conclusión de que el hamman está cerrado. Estoy a punto de rendirme cuando se acerca un hombre de unos cincuenta años, calvo y sonriente. Me resulta un poco untuoso. Sabe algo de español. Le digo que me gustaría que me diera un masaje el mismo muchacho que me ha dado los dos anteriores. Me pregunta el nombre. Como no lo conozco, mira en el ordenador y alza las cejas sonriendo. - Ya, ya… ¿Va a querer un servicio completo? Ha bajado la voz y me lo pregunta con un tono de confidencia. Asiento. Vuelve a preguntarme con voz aún más baja. - ¿Es usted novio o novia? Pienso en si contestarle con alguna grosería, pero al final considero que no me voy a arruinar mi última oportunidad. - Novia. - Entonces yo no le sirvo. Espere un momento, por favor. Se mete a la oficina interior y le veo llamar por teléfono. No tarda mucho en colgar y volver a atenderme. - Necesita diez minutos. ¿Puede esperar? - Sí. - Puede esperar en la mesas del té, en la entrada del hamman. ¿Necesita alguna cosa adicional? Ha vuelto a bajar la voz para preguntar. Niego con la cabeza ...