1. Unas vacaciones con mi madre (P. 4): Como empezó en casa


    Fecha: 31/05/2024, Categorías: Incesto Autor: Alfil-1, Fuente: CuentoRelatos

    Los dos muchachos se quedaron sentados en el sofá mientras recuperaban el aliento. Luis repasaba en su mente cada momento del polvo brutal que habían echado y se acordó de la comparación que había hecho Estela el día anterior. Había dicho que la polla de su padre era algo más grande y eso significaba que se la había visto dura y de cerca. También había dicho algo sobre la libertad de sexo en su casa. La curiosidad le estaba corroyendo.
    
    – Ufffff, chico, ha sido brutal! La frase de Estela le saco de sus pensamientos
    
    – Síii, realmente genial! Añadió el.
    
    – Me dijiste que me contarías eso de… que la polla de tu padre era algo más grande. Le insinuó Luis.
    
    – Bueno, es una larga historia, pero te lo resumiré. Cuando tenía dieciocho años vi por primera vez a mis padres follando. Estaban en su habitación y no habían llegado a cerrar la puerta del todo. Les oí jadear al cruzar el pasillo y me asome por la pequeña rendija que habían dejado y vi como mi madre le estaba chupando la polla. En ese momento sentí como un calambrazo que recorrió mi cuerpo y deje de mirar, pero la curiosidad fue más fuerte y volví a asomarme. Fueron largos minutos los que pasé asomada por la rendija, y en ese momento supe que era algo que realmente me gustaba. Después, mi padre le comió el coño a mi madre, que vi como se mordía la mano para no gritar y deseé sentir lo mismo. Continuaron follando, cambiando de posturas, unas veces se ponía mi padre arriba, otras era mi madre la que se movía sobre él, ...
    ... y la que más me impactó fue cuando ella se puso de rodillas y el tras ella. Me pareció brutal ver cómo se movía todo su cuerpo a cada pollazo que le daba. Ella retorcía las sábanas arrebuñadas con sus manos y parecía morder la almohada. Bueno, que no quiero extenderme, en días posteriores volví a verles y sentía como cada vez me apetecía más. Pensé que en vez de asomarme por la rendija, podría verle a través de una webcam, y me las apañe para instalar una en uno de los adornos que tenían en la habitación. A partir de entonces, fueron muchas veces las que les vi desde el ordenador, encerrada en mi habitación, y día tras día se fue despertando un mayor deseo dentro de mi cuerpo. Al cabo de un año, cuando ya había cumplido los dieciocho, en la piscina del chalet donde vivimos, nos estábamos bañando él y yo, y mientras jugábamos, toque su miembro bajo el agua a través del bañador. Fueron varios roces a los que el no les dio importancia hasta que una de las veces sintió como mi mano se lo agarraba claramente.
    
    – Que haces? Me dijo sonriendo.
    
    – Nada! Conteste devolviéndole la sonrisa.
    
    – Me acabas de coger el pene! Dijo el utilizando el lenguaje que le pareció menos brusco.
    
    – Si, y qué? Le dije yo sin dejar de sonreír. – No creo que sea adecuado! Contestó sin querer darle demasiada transcendencia.
    
    – Bueno, me apetecía tocarlo, y lo he hecho! Contesté con resolución.
    
    Por entonces mi cuerpo ya estaba bien formado y había notado como miraba mis tetas en alguna ocasión ...
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