1. Las tetas de mi hermana Sonia


    Fecha: 21/10/2018, Categorías: Incesto Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues

    Era uno de los tantos veranos pasados en la casa de mi abuela, en el norte de Argentina, mi país natal. La reunión de los primos era lo mejor de esos meses pasados bajo el calor bochornoso de la provincia de Jujuy. Ocho primos, de varias provincias diferentes, unidos bajo el techo del enorme caserón cercano al centro. En esa edad yo convivía con las furiosas manifestaciones de mi libido en desarrollo y un hambre de mujeres aun no satisfechas. Paliadas apenas con los siempre presentes sacudones de Manuela, la novia que jamás ha abandonado a hombre alguno. Ahora que lo pienso, creo que debo haber quebrado algún record cuantitativo por aquel tiempo, porque traía un record parejo de tres pajas diarias durante semanas. Sin embargo, nada era suficiente y cuanta revista de desnudos cayera en mis manos, o fotos casi sugerentes en algún periódico, o catalogo de lencería, o la visión de una estatua femenina desnuda en el parque San Martín, o cualquier cosa de forma parecida ligeramente a una mujer bastaban para motivarme al por mayor. No había realmente límites para mi calentura, y mis primas y hermana no eran la excepción, pero sobre todo mi hermana. Sonia me había atraído desde siempre, desde que su cuerpo se empezó a desarrollar tempranamente, a sus 12 años. Debo aclarar que ella me lleva 3 años, por lo cual al momento que detalla el relato, tenía 18 hermosos años. Había motivos sobrados para mi entusiasmo. Sonia tenía unas tetas para quitar el aliento, una delantera que desde ...
    ... chica siempre atrajo las miradas del más distraído transeúnte. Silbidos, persecuciones e invitaciones nada santas fueron una constante durante su adolescencia, porque lo que llevaba por delante no era su único punto fuerte. Su talle estrecho y su culo firme y gigantesco terminaban de dar forma al sueño erótico de casi cualquier hombre sobre la tierra, y de varias mujeres también, claro. Nalgas grandes, redondas y bien paradas, la mayor parte del tiempo apenas cubiertas por los pequeños shorts de gimnasia que usaba para correr, los cuales, al transpirar, se pegaban mucho más, si cabe, a su lujurioso cuerpo. Piel blanquísima, una altura de 1,70 m. , pelo castaño oscuro largo hasta por debajo de la cintura, manos pequeñas y delicadas y boca de labios gruesos, constituían el marco que hacía de Sonia sencillamente una realidad patente y expresada de muchos nocturnos gemidos masculinos. Yo era apenas un quinceañero flaco, que no había terminado de desarrollarse. Mi crecimiento en altura y grosor físico se dio recién a partir de mis 17 años, con lo cual, por entonces, apenas rozaba el 1,60. Si agregamos a eso que Sonia buscaba cualquier excusa, incluso las salidas frecuentes al cine de barrio, para usar tacos y plataformas, lo común es que por la calle me llevara casi una cabeza de diferencia. Siempre, siempre me gustaron las mujeres más altas que yo, quizás desde entonces. Triste es decirlo, pero en Jujuy no abundan las mujeres atractivas durante el verano, estación en la que emigran ...
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