1. Infierno o paraíso


    Fecha: 09/06/2024, Categorías: Bisexuales Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    Nunca pude imaginar lo que me iba a deparar aquel viaje.
    
    Mi amiga Julia y yo somos dos amigas jóvenes, con un físico de los que no dejan indiferente a nadie y una mente abierta y morbosa.
    
    Estábamos tan emocionadas que no nos importó en absoluto, ni el madrugón ni encontrar el aeropuerto atestado de gente, ni el covid.
    
    Tras un arduo año de trabajo por fin veíamos nuestro sueño cumplido, poder viajar a Turquía y contemplar en persona, el Gran Bazar, el Mercado Egipcio, la Torre de Galatea, la Mezquita Azul, la increíble Capadocia y la costa Mediterránea.
    
    Turquía un país maravilloso, con unos paisajes increíbles, exótico, misterioso, repleto de historia, puente entre Oriente y Occidente.
    
    Un lugar donde vivir una auténtica pasión turca.
    
    Después de cuatro horas de vuelo por fin divisamos el perfil inconfundible de aquella hermosa ciudad, bañada por el mar Bósforo, Europa a un lado y Asia a otro.
    
    Estábamos deseosas de vivir las aventuras que nos habíamos imaginado en los rincones de aquella urbe, misteriosa e intemporal que tantos nombres había tenido, Constantinopla, Bizancio, Estambul, tantos como culturas e imperios albergó, capital de un país milenario, exótico y lleno de contrastes.
    
    Pasamos el control de pasaportes y el funcionario después de revisarlos exhaustivamente, nos lanzó una mirada lasciva, a nuestros generosos escotes que insinuaban unos pechos turgentes y generosos.
    
    Llegamos al hotel, el Pera Palace, un espléndido lugar, muy decadente ...
    ... pero cargado de historia y leyenda.
    
    Después de tomar un relajante baño, no pudimos esperar más y salimos a la calle a vivir Estambul, la vida estaba ahí esperándonos.
    
    Era primavera y todo fluía en su máximo esplendor, una explosión de olores y color que nos transportó a otro mundo.
    
    Las terrazas estaban repletas de gentes, locales y extranjeros, cosmopolitas venidos de todos los rincones del planeta se mezclaban en una vibrante amalgama.
    
    Mi amiga y yo nos zambullimos de lleno en aquel alegre festival de humanidad y decidimos disfrutarlo intensamente, sin límites ni cortapisas.
    
    Paseamos tratando no perdernos nada pues nuestros sentidos no atinaban a asimilar tantas sensaciones nuevas.
    
    Empezaba a caer la noche y se encendieron las primeras luces, brillando en la cortina de oscuridad que cubría la ciudad.
    
    Por fin exhaustas, nos sentamos en un bar-restaurante para reponer fuerzas. Las vistas eran fantásticas y nosotras estábamos exultantes de alegría.
    
    Nos trajeron algunos platos, para nosotras muy exóticos y estábamos encantadas tanto con la comida como por la atmósfera de aquel lugar.
    
    En el local había muchos hombres, algunos realmente atractivos y a pesar de que no íbamos con nuestras mejores galas, notamos que no habíamos pasado desapercibidas.
    
    Aunque nosotras no éramos muy conscientes de la situación, tampoco éramos indiferentes. Por fin se nos acercaron dos de ellos y muy educadamente nos pidieron si podían sentarse a nuestra mesa, a lo que ...
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