1. Infiel por mi culpa. Puta por obligación (30)


    Fecha: 10/06/2024, Categorías: Grandes Relatos, Autor: DestinyWarrior, Fuente: CuentoRelatos

    ... de prender el mío doy un cauteloso sorbo a mi café, previendo no quemarme la lengua y a continuación decido darle vida al mío.
    
    —Aceptó tu ofrecimiento. ¡Serle fiel a una mujer infiel! —Con ironía le comento a Mariana.
    
    —No de inmediato. —Le respondo y avanzo por la calle, en dirección al hotel, pues algunos clientes permanecen sentados en la única mesa para seis y no quiero oídos ajenos que nos escuchen.
    
    —Guardó silencio y aprovechó que alguien apagó las luces de la sala, para arrimarme su verga tiesa todo lo posible sobre mi vientre, y cuando pensó que estábamos fuera del alcance de la vista de los demás, sus manos ágilmente se depositaron en mis glúteos; fue un acto imprudente y veloz, sin embargo alcanzó a oprimirlas con determinación. Tampoco pudo resistirse a la tentación de jugar con su lengua sobre el lóbulo de mi oreja izquierda, e incluso logró introducirla un poco hasta qué de nuevo estiré mi cuello hacía el otro lado. ¡Sentí escalofrió y no pude evitar soltar un breve gemido! —Miro a Camilo, preocupada por su reacción. Obviamente esta disgustado y confuso. Su pulso acelerado lo traiciona y riega en el suelo un poco de café. Se ha quemado el costado de su mano pero más le arde el pecho, atravesado por la honesta crueldad de mis palabras.
    
    —A mitad de la canción, sintiéndole la erección presionar contra mis nalgas, me giró y quedamos frente a frente, la suya con rastros de sudor y sus ojos muy redondos y brillantes como un par de faros. Me engatusaron tanto ...
    ... que no me di cuenta el momento en que sus brazos acortaron la distancia entre nuestros cuerpos y sus manos apretaban mi cintura, mis dedos se entrecruzaron sobre su nuca y arriba con nuestras bocas ambos nos sonreíamos. Abajo permitía que su pene friccionara contra mi ingle.
    
    —Asustada te busqué con la mirada, pero afortunadamente estabas de espaldas bailando con Elizabeth. Al acabar la canción, se pegó tanto a mí, logrando con ello ocultar a todo el mundo, –incluido tú– su atrevido acto de plantar sus manos sobre cada una de mis bubis, oprimiéndolos, tanteando su consistencia, e inclusive alzarlos y dedicarles una leve caricia con sus pulgares a la circular ubicación de mis pezones excitados.
    
    —Los había visto, tan cercanos dialogando de algo que solo a ustedes dos los hacia tan felices. Yo alejado de la esposa que tanto amaba, porque se suponía que no era de mi incumbencia lo que hacía, pues esa mujer que hablaba con él, no era nada mío. Y recargando mi cuerpo sobre el borde de la pared que daba acceso al comedor, intentaba auto convencerme de que solamente eran ideas mías, y que tan solo actuabas «amistosamente» para no levantar sospechas. Pero pronto me hirvió la sangre al observar como aquel conquistador, inclinaba su cara y acercaba aventureramente su mejilla sobre la tuya, hasta apoyarla sobre tu piel maquillada de verde, y tú… ¡Se lo permitiste!
    
    —Desde allí me pareció que te sentías extasiada, entre sus brazos encumbrada sobre la cima de una montaña de… ¿Mucho ...