1. Infiel por mi culpa. Puta por obligación (30)


    Fecha: 10/06/2024, Categorías: Grandes Relatos, Autor: DestinyWarrior, Fuente: CuentoRelatos

    ... feliz de hacerlo sin tener que agradecerle por su «asesoría», al hijo de puta de Eduardo. —Con dos dedos le entrecomillo la palabra a Camilo para aclarárselo, más en su rostro un gesto de sospecha y vacilación, en su frente arrugada, me obliga a ser más precisa.
    
    —No te imagines cosas que no son, cielo. Sí, evidentemente yo le gustaba al gerente del banco y me aprovechaba de eso, aceptándole con sonrisas picaras sus piropos y halagos, más sin embargo, educadamente le rechazaba sus encubiertas invitaciones para vernos fuera de horario. Cada una de las ventas que realicé de esos apartamentos de interés social, los conseguí legítimamente. No tuve que ofrecerle más que mi simpatía y agradecerle con una invitación a la fiesta esa, en la casa de Nacho. —Mi esposo me observa con detenimiento y da como verídica mi respuesta.
    
    —Me sentía feliz, no tanto por los reconocimientos o el dinero que ganaría con esos negocios, si no por poder observar los rostros de infinita alegría en aquellas humildes personas al saberse finalmente propietarias de un techo propio, sobre todo el de varias mujeres que eran cabezas de hogar, rebuscándose la vida para conseguirle a sus hijos un hogar más decente y bonito. Y es por ello que me sentiste más amorosa contigo y con nuestro hijo, aunque para mí todo estaba dentro de la familiar cotidianidad.
    
    —Incluso aquel viernes a mitad de mes, antes de salir hacia el bar para nuestra respectiva reunión semanal, recibí la llamada del joven abogado aquel, ...
    ... alegrándome aún más la tarde. Me confirmaba aquella cita pendiente para negociar una de las casas tipo «C» del condominio en Peñalisa. Iría con su novia y futura esposa, su madre y con su padre, un alto magistrado de las cortes. De hecho casi que me suplicó que se lo atendiera muy bien pues todo el negocio dependía de él. —Camilo de manera similar a la mía se va acomodando en el borde del maderamen, separados tan solo por mis pertenencias.
    
    Mi marido continúa con su mochila terciada al pecho, su camisa abierta por completo, ondulando la cadena de oro con la argolla matrimonial en el centro de sus pectorales, centelleante con cada movimiento, y su pierna izquierda oscilada hacía abajo, mientras dobla la derecha y apoya la suela de su zapatilla en el puro filo, con su antebrazo presionando la rodilla. Está pensando, y por su característica mirada, –al arquear su ceja izquierda y mermar el tamaño de su ojo derecho–, intuyo que quiere decirme algo, respira hondamente… ¡Y finalmente lo hace!
    
    —Nunca fue mi intención imponer mi gusto ante tu forma de vestir, pero es que me había fijado en algunos cambios que a pesar de ser obligados por tu nuevo trabajo, en algunas ocasiones descuidadamente enseñabas un poco de más. Por tus gestos comprendí que te molestaba mi forma de observarte desaprobando tus nuevos looks, a pesar de que no me dijeras nada y así de a poco, fuiste dejando de consultarme si te veías bien para salir a la calle a cumplir alguna cita o sencillamente para asistir a ...
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