1. Infiel por mi culpa. Puta por obligación (30)


    Fecha: 10/06/2024, Categorías: Grandes Relatos, Autor: DestinyWarrior, Fuente: CuentoRelatos

    ... aceptando de buen grado que el brazo de ese playboy de playa se acomodara confianzudo y pesado sobre tus hombros con la jarra de su cerveza en la otra mano, chocando tu copa de aguardiente, brindando con un gesto de complicidad. —Le hago la acotación a Mariana, mientras ella callada y pensativa, termina su cigarrillo y ladeando su torso lanza la colilla hacia las salpicadas rocas que tenemos a nuestras espaldas.
    
    —No estaba cantando para él, aunque por como ahora lo dices, entiendo por qué esa noche viste algo que parecía ser y por ello malgeniado, rehusaste hacerme el amor. ¡Pensaste que lo hacía dedicándosela a él! Pero no fue así. Esa canción nos sale únicamente a los dos, mi vida. Estúpida y obligadamente trabajando separados en esa constructora, y tan deseadamente juntos, amándonos tras las intimas paredes de nuestro hogar. Era en ti en quien pensaba al cantar con los ojos cerrados, creyendo que lo habías captado a la primera, pues por el rabillo del ojo vi como sonreías y después, fugazmente me guiñaste un ojo.
    
    —Esa sonrisa en mi rostro, solo era una mascarada para disimular mis no tan infundadas sospechas sobre la relación existente entre tú y ese Don Juan de vereda. Además porque ustedes tres desafinaban bastante y Elizabeth a mi oído, también me ofrecía jocosa su opinión. Debía aparentar como siempre. Lo que hicieras o dejaras de hacer, siendo supuestamente ajena, me debía importar un carajo. Pero entonces si no querías que fuera a esa fiesta, ¿Por qué me ...
    ... enviaste ese mensaje? —Y al preguntarle, –antes de responderme– a Mariana se le vuela su sombrero, pero con agilidad estiro mi brazo y logro atrapárselo antes de que caiga a las oscuras aguas.
    
    —Gracias, cielo. ¡Como siempre tú, tan pendiente de mis cosas! —Cariñosa le agradezco, al recibir de sus manos nuevamente mi sombrero de paja, y lo dejo a mi lado para que no pueda volar de nuevo, y en el extremo del ala coloco encima una de mis sandalias y me apresto a responderle.
    
    —Si lo recuerdas tan bien como yo, aburridos ya de cantar y «hacer el oso», nos fuimos a bailar a la pista cuando colocaron un mix de salsa, reguetón, bachata y vallenatos. A pesar de sentirme algo mareada al mezclar aguardiente con vodka, mantuve la distancia con José Ignacio, y me enfadé al escucharle hablar como de costumbre, de manera displicente y ofensiva sobre ti, tras una pregunta de Diana.
    
    — ¿Qué dijo sobre mí? ¿Qué le preguntó ella?
    
    —Estábamos hablando de su fiesta de cumpleaños y Diana reparó en ti…
    
    — ¿Y vas a invitarlos a ellos también, Nachito? —Le hizo la consulta Diana, señalándote con sus labios estirados, mientras que hablabas calmadamente con Elizabeth, sentados muy cerca al extremo de la mesa.
    
    —A ella quizás sí, –le respondió mirándola de reojo– aunque sea una frígida de mierda y fuera de eso, una putica presumida por el abolengo de sus apellidos. Pero su esposo me cae muy bien, y de paso como canta bien los vallenatos de Diomedes, puede que le pida que me lleve una serenata de ...
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