1. Mi cogí bestialmente a un desconocido


    Fecha: 12/06/2024, Categorías: Infidelidad Autor: MikeFed, Fuente: CuentoRelatos

    ... acariciaba mis piernas, todo me excitaba más.
    
    —Sos hermosa, una hermosa mujer. Dijo y mi ego creció hasta el infinito.
    
    Tuve un par de orgasmos e hizo que me siente en su boca. Me chupaba con todo, yo apretaba mis tetas haciéndome doler de la calentura. De pronto sentí que venía otro orgasmo y tome su cabeza para enterrar su cara en mi concha, y acabe en su boca. Hizo que me de vuelta, como para hacer un 69, pero su intención era otra. Separo mis cachetes y se puso a chuparme el culo con todo. Su lengua me volvía loca como nunca antes estuve, no aguante más y me puse a chuparle la pija sin parar.
    
    Me salí de arriba de él, pero dejando mi culo a su alcance. Me metió dos dedos en la concha y me masturbaba con todo, los orgasmos no paraban.
    
    —No doy más de calentura, quiero sentirte acabar en mi boca y que me des toda tu leche para tragármela.
    
    —Pues volveme loco entonces. Dijo
    
    —Desgraciado. Dije entendiendo el mensaje.
    
    Me chupe dos dedos y metí uno lentamente en mi culo virgen. El seguía con los dos en mi concha. Tomo mi cabeza y la mantuvo quieta, cogiéndome la boca con todo. Yo me masturbaba el culo por primera vez en la vida y tremendo placer me ...
    ... daba.
    
    Quería volverlo totalmente loca, como yo estaba, me corrí y como pude, metí su pija en mi culo. Lentamente, disfrutando el placer increíble que por primera vez experimentaba. No me importaba el dolor, solo el placer. Estuve cabalgando un rato hasta que me di una tremenda nalgada y tuve otro orgasmo. Me bajé y volví a chupar su pija con todo, nuevamente sus dedos en mi concha y los míos en el culo, estaba insaciable, no quería parar.
    
    Cuando acabo en mi boca, enterramos los dos los dedos, el en mi concha y yo en mi culo. Trague toda su leche y di un grito de placer ante el más bestial orgasmo que haya tenido.
    
    Nos volvimos a duchar y nos sentamos en la cama.
    
    —¿Intercambiamos números? Le pregunte.
    
    —No. Si queres, en una semana, a las 15, como hoy, nos vemos en el banco.
    
    —Dale.
    
    Nos despedimos con un tremendo beso en la puerta de la habitación. Fui directo a casa a bañarme nuevamente. Me mire el cuello y por suerte no tenía marcas.
    
    La semana siguiente fui al banco, pero él nunca apareció. De hecho, nunca lo volví a ver. Fue mi única infidelidad. Por un lado agradezco que no haya ido, por otro, extraño al hombre que me hizo gozar como ningún otro. 
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