1. Un affaire en Montevideo


    Fecha: 18/06/2024, Categorías: Infidelidad Autor: Theresa1986, Fuente: CuentoRelatos

    ... senos espectaculares, le levantás el espíritu a cualquier hombre."
    
    Me reí. Me causó gracia la analogía de «levantás el espíritu». "No estás en condiciones de saber si mis senos son espectaculares. Tú te los imaginas." -le di pie para que de un paso importante para dentro de un rato culminar con nuestros cuerpos desnudos en una cama.
    
    "No mi querida Esther. No me los imagino, los percibo a través de tu ropa. Esa blusa que traes facilita la imaginación..."
    
    "Bueno, quizás la blusa sea un poco holgada y la tela de seda ayude a la imaginación..."
    
    Lo miré con una sonrisa, y él pasó su brazo derecho por mi hombro. Adopté una actitud complaciente, incluso apoyé mi cabeza sobre su hombro, éramos casi de la misma altura. Con su mano izquierda me tomó del mentón, nuestros labios se acercaron y honestamente no puedo decir quien fue el primero que introdujo la lengua en la boca del otro. Ya a esa altura me empezó a correr un escalofrío que iba desde mi nuca hasta mi entrepierna. De inmediato la misma mano que me había tomado del mentón se dirigió hacia mi seno izquierdo. La sensación fue sublime. Yo lo tomé de la nuca con una mano; en la otra mano tenía mis zapatos con aquellos tacones que no podía soltar, si lo hacía segura que me olvidaba de ellos.
    
    Como dijo Julio César «Alea iacta est» (La suerte está echada). Mi única duda era saber adónde me iba llevar para follarme como las circunstancias lo indicaban.
    
    "Quisiera que pasemos la noche juntos. ¿Qué decís?" propuso. Me ...
    ... reí por dentro recordando la primera vez que un uruguayo me invitó a salir. En aquella oportunidad me dijo si aceptaba cenar con él y después «hacíamos algo».
    
    "¿Tú qué propones?" le pregunté.
    
    "Podemos ir a mi casa o a tu hotel. El único problema de mi casa es que mi madre vive conmigo. Por supuesto que no va a hacer ningún tipo de problema ni se va a meter en nada, pero quizás vos te sientas inhibida."
    
    "Entiendo", respondí. "Entonces, ya que estamos a cerca de 200 m del hotel. Te invito a que conozcas mi habitación."
    
    "¿Me permitirán entrar?"
    
    "Monsieur Imbert, ¿tú no conoces aquellos versos de Quevedo: «Poderoso caballero es don Dinero»?"
    
    "¡Caramba! Hermosa, inteligente y con conocimientos hasta de literatura española."
    
    "Ja ja ja" -respondí, y nos encaminamos hacia mi hotel. Al llegar pasé por conserjería. "Buenas noches, le quería pedir autorización para que el señor (señalando a Daniel) suba conmigo a mi habitación."
    
    "Señora Hoellenriegel, por reglamento el hotel dispone que las visitas se reciben en el lobby, en el restaurante o en alguno de los bares que posee el hotel." -me dijo el conserje.
    
    Moví la cabeza a un lado y lo miré como dando a entender: «¿te parece que esos son lugares son adecuados para desnudarse y follar toda la noche?»
    
    Ni tonto ni perezoso el conserje entendió el significado de mi mirada y mi gesto con la cabeza. "Eh, señora, en ese caso el hotel le cobraría un suplemento, ¿me entiende?"
    
    "Me parece perfecto. Vale. Es lo que ...
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