Mis odiosas hijastras (10)
Fecha: 08/07/2024,
Categorías:
Hetero
Autor: dickson33, Fuente: RelatosEróticos
La situación no podía ser más bizarra. Valu estaba recostada boca abajo. Le débil claridad que se metía por la ventana me permitía ver su imponente cuerpo semidesnudo. Su ropa interior negra estaba bajada hasta las rodillas, y su pomposo orto manchado con semen (por mi semen) estaba expuesto. Había levantado su torso con la ayuda de los brazos, y había girado la cabeza para escupir esas palabras cargadas de veneno.
—Fue mamá. Todo fue idea de mamá.
—¿Qué? —pregunté, sin terminar de comprender lo que esas palabras podrían significar—. ¿Qué cosa fue idea de tu mamá?
Valu volvió a hundir la cabeza en la almohada. Eso me irritó muchísimo. Estaba claro que lo había dicho para molestarme, pero eso no significaba que fuera mentira. De hecho, parecía todo tan inaudito, que de alguna manera eso terminaba de darle credibilidad a sus palabras.
La pendeja no había soltado una sola palabra desde que me metí en su habitación hasta que le lamí el culo para luego acabar encima de él, pero ahora soltaba esa bomba como si nada y volvía a sumirse en el silencio. Era obvio que pretendía jugar con mi cabeza. ¿Pero lo estaba haciendo inventándose mentiras o largando la verdad cuando le convenía hacerlo?
Me acerqué a ella, furioso, la agarré del brazo y tironeé de él obligándola a erguirse. Ya era hora de terminar con ese juego.
—Si no me soltás ya mismo voy a gritar como una loca. Te juro que me van a escuchar hasta los vecinos —amenazó.
Por esta vez su semblante con aire ...
... burlón cambió a uno completamente serio. Una mirada fría, muy parecida a la que me había lanzado Sami hacía un rato, me fulminó de tal manera, que sin siquiera percatarme de ello la había soltado y había retrocedido un paso.
—¿Me querés explicar de qué carajos estás hablando? —dije, recuperando mi compostura, en un tono más calmado, aunque con la misma determinación de antes. No había manera de que abandonara esa habitación hasta obtener respuestas. Pero no quería que ella hiciera algún escándalo.
—Mirá cómo me dejaste —dijo ella por toda respuesta.
Lanzó una mirada a su propio trasero. El semen se deslizaba lentamente por esa espectacular superficie esférica. A pesar de que sus palabras intentaban sonar a reproches, no parecía disgustada al ver el viscoso líquido blanco en su piel. Entonces, justo cuando un hilo de semen empezó a descender por su cadera, amenazando con ensuciar las sábanas, hizo un movimiento que no me vi venir. Estaba tan ofuscado con lo que me había dicho de Mariel, que no se me hubiera ocurrido que la escena erótica se iba a extender aun más. Agarró el culote de encaje que yo le había bajado, y en un santiamén se lo quitó. Luego se limpió el semen de su trasero con esa misma prenda, frotando más veces de las necesarias, según me pareció, en un gesto sumamente obsceno. La mocosa todavía quería provocarme.
Me miró, con una sonrisa cargada de perversión. A pesar de lo mucho que me apremiaba obtener una respuesta, me había quedado boquiabierto mirando ...