1. Mis odiosas hijastras (10)


    Fecha: 08/07/2024, Categorías: Hetero Autor: dickson33, Fuente: RelatosEróticos

    ... que se merecía que le diera su merecido, pero su negativa era totalmente sincera. Si me acercaba a ella, se iba a armar un escándalo de proporciones inimaginables. Valentina era capaz incluso de ponerme una denuncia, de eso estaba seguro. Pero, por otra parte, no me exigía que me fuera.
    
    Y entonces separó las piernas. Lo hizo lentamente. Flexionó las rodillas, y luego sus muslos se abrieron. Todo esto sin apartar la vista de mí. En ese cuarto pobremente iluminado pude vislumbrar sus labios vaginales empapados. Valu escupió en su mano. Un grueso hilo de saliva cayó en la palma que esperaba abierta. La cosa pareció divertirle. Luego, asegurándose de hacerlo lentamente, llevó la mano a su entrepierna.
    
    —¿Es verdad que ella también me engañó? ¿O eso también fue una mentira? —quise saber.
    
    Pero mi hijastra hizo oídos sordos a mi pregunta. Comenzó a frotar su clítoris con la mano ensalivada. Se la notaba claramente excitada. Sus enormes tetas apenas eran contenidas por el top que llevaba puesto, y los pezones duros se marcaban en él. Valu cerró los ojos. Su respiración se tornó entrecortada. La mano se movía con velocidad en su sexo. Ahora ya no parecía tener el menor interés en mí. Estaba consciente de que hiciera la pregunta que hiciera, no me la iba a responder, así que me quedé viendo la morbosa escena que se desarrollaba frente a mis narices.
    
    Su mano izquierda se deslizó lentamente hacia sus labios. Se metió dos dedos adentro de la boca, y los empezó a chupar, sin ...
    ... dejar de masturbarse con la otra mano.
    
    Los dedos entraban y salían de su boca, como si estuviera haciendo una felación. Parecía una bebita que se rehusaba a soltar el chupete. A pesar de que me ignoraba por completo, casi parecía que cada movimiento lo hacía para su único espectador, el cual era yo. Un hilo de baba se deslizó por su barbilla, cosa que no pareció molestarle en absoluto a la muy puerca. Valu gemía, y los movimientos de su mano masturbadora eran cada vez más veloces, a la vez que ahora los acompañaba con movimientos pélvicos, que no eran voluntarios, sino más bien una reacción inevitable al tremendo estímulo que estaba recibiendo, que la hacía retorcerse a cada rato.
    
    Mi verga se había endurecido por completo. Otra vez me atormentó la idea de que había cometido un terrible error. Debía haber aprovechado para cogerme de una vez a ese caramelito. Debía haberme montado en esa yegua, y debía haber cabalgado hasta quedar exhausto. Pero mi orgullo me había ganado. Pensé que saldría victorioso si acababa a la vez que la dejaba a ella a punto caramelo sin haber alcanzado el clímax. Pero como debí haber supuesto, Valentina era perfectamente capaz de autocomplacerse. Y ahora el que se iba a quedar con la calentura en los pantalones iba a ser yo. Estuve tentado de pajearme. Si ella lo estaba haciendo frente a mí, sin ningún tipo de vergüenza, suponía que no se iba a molestar si me veía sacudiendo la verga a unos centímetros de ella. Pero lo más probable era que ella ...
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