1. Ana, la oficina y las luces de la ciudad


    Fecha: 27/07/2024, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Luis en Arcadia, Fuente: CuentoRelatos

    ... apasionado pero sin prisa, realmente sentía algo diferente, era como si toda su experiencia en la vida me la aventara en la cara, Ana me tomó del cuello y yo empecé a sentir la piel de su espalda y sus brazos con mis manos, cuando después de unos minutos así separamos nuestros labios nos miramos fijamente a los ojos y vi que debajo, su escote me invitaba ferozmente a descubrir que era lo que estaba justo ahí, tenía varios lunares y pecas en su pecho y brazos, eso me la empezaba a poner durísima, besé su cuello y bajé al pecho y hasta sus brazos, algo flácidos tal vez por su edad pero me encantaban, ella decía: -“Mmmm, qué rico”-; la cargué y me senté en su silla y la puse frente a mí viéndonos cara a cara sentada sobre mí, quería que ella sintiera como tenía mi pene por ella y lo sintió y se empezó a mover de adelante hacia atrás. Nos besábamos, no hablábamos y ella me comenzó a desatar el nudo de la corbata, nos fuimos desnudando, cuando ella se quitó el vestido sentí temblores en mi cuerpo, no creía lo que estaba pasando, estaba en la oficina con mi jefa sobre mí, únicamente ambos ya con nuestra ropa interior.
    
    Con mucha delicadeza le insinué que quería ver lo que estaba escondido, ella dijo:
    
    -A: Yo primero.
    
    Se levantó un poco de mi regazo y comenzó a quitarme el bóxer, yo evidentemente estaba a punto de explotar, cuando me lo quitó finalmente sentí la humedad de su cachetero negro sobre mi pene descubierto, en seguida desabroché su bra y al fin pude ver sus ...
    ... hermosos pezones rosados plenamente levantados, eran de un tamaño mediano, sus senos se veían algo más grandes de lo que parecían aunque tampoco sin exagerar, instantáneamente los comencé a apretar suavemente con las manos y chuparlos como un bebé, hacía círculos sobre sus pezones con mi lengua, a ella le gustaba y a mí mucho más. Ana preguntó con una voz suave:
    
    -A: ¿te gustan?, ¿te gustan los vestidos que hacen que los resalte?
    
    -Y: Me encantan, siempre me han encantado.
    
    -A: Qué rico se siente, sigue comiéndotelos mi amor.
    
    Aumentaba mi intensidad al chuparle los pezones y le deba tenues mordiscos utilizando mis labios, sentía como me regalaba sus primeros gemidos, muy suaves.
    
    Nos levantamos de su silla y la volví a sentar en ella, me puse de rodillas en el suelo y comencé a besar sus chamorros, así poco a poco hasta ir llegando a su vagina, la empecé a chupar aún con sus cacheteros puestos, finalmente se los retiré cuidando que no le quitara sus tacones, por alguna razón me pone muchísimo coger y que una mujer se deje sus tacones puestos, ahora sí me disponía a comer toda esa puchita rosa y peludita cuando puso su mano en mi frente como diciendo alto, en ese momento sacó de un cajón un lubricante y con dos dedos tomó algo de él y se lo colocó, sentí que no era necesario, los dos estábamos mojados pero tampoco dije nada, al final iba a ayudar.
    
    -A: Ahora sí, ¿qué esperas bebé? – dijo con una voz más dominante.
    
    Me acerqué y fácilmente ya se podía ver su clítoris ...
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