1. Ana, la oficina y las luces de la ciudad


    Fecha: 27/07/2024, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Luis en Arcadia, Fuente: CuentoRelatos

    ... poco sí andarías con una mujer de mi edad”- le dije que sí, que nunca había salido con alguien así pero sin duda estaba en mi mente hacerlo. Yo le pregunté si ella había salido con un joven me dijo que no, y le dije que si lo haría, ella respondió: -“Sí, ¿por qué no?”.
    
    Llegamos a la bodega y no había nadie ahí, estaba oscuro y me estaba imaginando todo lo que podía pasar. La miré en la oscuridad desde mi asiento y le dije en verdad lo hermosa y atenta que me parecía desde que la conocí, ella sonrío y me tomó del hombro y me dijo que estaba feliz de que nos hubiéramos conocido, nos miramos fijamente de nuevo y poco a poco nuestras bocas se fueron acercando hasta que nuestros labios se dieron un beso dulce y delicado, puse mi mano sobre su pierna y le pregunté si le molestaba, me dijo que no e hizo lo mismo, nos dimos otro beso, igual calmado y tierno sentía el sabor de sus labios y me estaba excitando demasiado. De pronto escuchamos el sonido de un auto aproximándose y vimos la luz entrando a través de los vidrios, nos separamos y ella arrancó su auto, me dijo que ya no íbamos a entrar por las cosas que necesitaba pero que iríamos el siguiente día si no tenía problema y si deseaba acompañarla, por supuesto le dije que sí.
    
    Me dijo que tenía que ir por uno de sus hijos y que si me podía dejar en una parte del camino le dije que sí, nos fuimos todo ese rato en silencio pero cada quien con su mano sobre la pierna del otro, al llegar a donde yo me quedaría tenía el pene ...
    ... súper erecto y ella lo vio cuando quitó su mano para que yo bajara, sentí que permaneció un instante viéndolo. Nos despedimos con un beso en la mejilla y le dije que yo la acompañaba al otro día por las cosas, me dijo que sí.
    
    En la mañana en la oficina Ana venía con un vestido igual de espectacular incluso mejor, pero cubría sus pechos con una especie de poncho, sentía que el momento se acercaba y era paciente. Ya en la tarde ella salió de su oficina y frente a todos me dijo que si la podía acompañar por unas cosas a la bodega, ya casi eran las seis, nuestra hora de salida, una de mis compañeras me dijo que ya todos se iban y se burló porque saldría más tarde, no tenía idea de nada. Nadie tenía idea.
    
    Cuando todos se fueron y sólo quedamos nosotros, miré a su oficina y ella se quitó el poncho, ahí estaban esas tetas que tantas veces soñé y que siempre me exprimían hasta dejarme seco. Entré a su oficina y le dije que si me podía sentar, ella aún estaba frente a su computadora, me dijo que estaba terminando algo, que ya le faltaba poco, me fui acercando a ella y como el día anterior puse mi mano en su pierna, al acercarme veía sus pechos sobresalir de ese escote y esta vez los miraba sin ningún tipo de reparo, sutileza o disimulo. Sonrió, apagó la computadora, me miró y nos besamos, ya sentía mi sangre fluir velozmente por todo mi cuerpo y como lentamente nos proponíamos culminar lo que habíamos empezado en el estacionamiento.
    
    Nuestro beso se fue haciendo intenso y ...
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