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Tomás y Carolina
Fecha: 16/08/2024, Categorías: Bisexuales Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... había discutido con su novia lesbiana por culpa de los celos de los hombres que cada noche la admiraban cuando perdía su ropa en el escenario del club. Tomás volvió a su casa nada más que con el desahogo de la mamada de su antigua amante. Prácticamente su calentón seguía intacto. Su piso era pequeño y quedaba muy cerca del club. Oyó como alguien llamaba a su puerta con suavidad. Apenas unos arañazos en la recia madera. -¿Quién es?. Al otro lado de la puerta le respondió una deliciosa vocecita femenina. Tomás abrió la puerta y vio a la chica que lo habia seguido desde el club. Se quedó boquiabierto. La reconoció de inmediato, aunque ahora estaba vestida, si podía decirse eso de las reducidas prendas que se atrevían a ocultar tan prietas carnes. Aquella era uno de los mas opulentos ejemplares femeninos imaginables. Tendría veinte años, era rubia y tenía unos enormes ojos azules, intensos y luminosos y cubiertos de lágrimas. Llevaba la cabellera del color del trigo maduro, lacia suelta sobre los hombros, una cabellera abundante hermosa que enmarcaba la bella carita triste. Se llamaba Carolina y a sus pies una bolsa de viaje le indicaba que venia a quedarse unos días en su casa. Escuchó su historia sentado en el sofá al lado de la hermosa mujer. Buscaba un refugio ante la ruptura con su novia lesbiana. Sabía o creía saber que él no presentaba un peligro inmediato para ella, su virtud y su coñito. Tomás le dio refugio a la hermosa mujer. Siendo sincero consigo ...
... mismo no lo hacía por simple altruismo. Si podía conseguir sus favores ese sería un buen pago por su amabilidad. Aunque esa noche no sería un buen momento para abordarla. Sólo le indicó el dormitorio desocupado donde podría dormir. Al día siguiente, tras el trabajo, en el departamento lo esperaba Carolina. Vio que la chica estaba pálida nerviosa y no se atrevía a mirarle a la cara. -¿hay alguna novedad? Le preguntó Tomás quitándose la americana y arrojándola sobre un sillón. - Nada. Gimoteó. Tomás se acercó a la chica. Con una mano, sin brusquedad levantó el rostro que ella ocultaba tras el cabello echado sobre la cara y la miró a los ojos. Vio las lágrimas que seguían manando por la tristeza de la ruptura. Aquellos ojos azules eran sublimes y la naturaleza los había protegido con largas pestañas. Miró la boca. Los labios rojos, frescos bien dibujados. Esa boca. Se inclinó sobre ella y la besó. rozándola apenas con sus labios. -Debería acariciarte por mentirme. Le dijo. Un ligero rubor volvió a cubrir la piel de Carolina. Ya olvidada la bronca con su antigua novia. Tomás la cogió con delicadeza y la obligó a ponerse de pie. Estrechó el delicioso cuerpo de la chica entre los brazos y la besó con ardor. Sintió que ella abría los labios y respondía, al principio con timidez, luego con mayor apasionamiento. Las manos de Tomás resbalaron a lo largo de la espalda. Una espalda firme esbelta que terminaba en un trasero tentador. Las manos acariciaron aquel ...