Autopista
Fecha: 18/08/2024,
Categorías:
Masturbación
Autor: Bellota D I, Fuente: CuentoRelatos
... Cuando puse mi mano sobre el bulto tenso que tenía en su entrepierna, Diego dejó escapar un suspiro.
—Por favor…
Apreté su verga a través de su bóxer, encerrándola contra mi palma y presionando la punta con mi pulgar. Quería jugar un poco con él, era mi turno.
Le gustaba decidir el momento en el cual me viniera, y el día de antes se había divertido conmigo, dejándome al borde del orgasmo durante largos minutos. Me había dicho que me pusiera en cuatro y que cerrara los ojos. Solo llevaba mi calzón y me lo había bajado un poco, para desnudar mi culo y que la prenda de encaje fino me impidiera abrir las piernas como me gusta. Así de constreñida, había tenido que aguantar las reglas de su juego, que consistía en dejarlo hacerme venir usando únicamente un dedo de cada mano. Había pasado más de media hora al colmo de la excitación, sentía el chorreo cálido de mi sexo a lo largo de mis muslos. Me hubiera bastado un golpecito en el clítoris para mandarme bien lejos, y le suplicaba para que me dejara tocarme. “Olvídalo, no hay forma de que hagas trampas con tu mano, así es el juego”, me había contestado. Después de un buen rato de esta insoportable espera, había logrado venirme, sobándome vergonzosamente sobre mi propio pie, con sus dos dedos profundamente metidos en el culo. “Qué morbosa que eres…” me había susurrado.
Parecía que en este carro los papeles habían sido intercambiados y eso me encantaba. Disfrutaba mucho de verlo así, torturado por las ganas de que le ...
... pajee y que le haga venirse. Nos paramos unos segundos en un peaje. Fue lo suficiente para que soltara el volante y liberara su verga, con el par de idas y venidas de una paja nerviosa, ansioso por recuperar el tiempo perdido.
—Prefiero que te quedes enfocado en la pista y que manejes con las dos manos —le dije, interrumpiendo su masturbación al agarrarle firmemente la muñeca.
Me obedeció, retomando el volante y concentrándose para manejar, con la mirada hacia adelante, pero con los labios entreabiertos, sacudidos por su profunda respiración. Tomé su verga dura e hinchada en mi mano y empecé a masturbarlo muy ligeramente, para frustrarlo, con gestos que fingían timidez y que no me atrevía a tomarla a mano llena. Diego hubiera vendido a su madre para que mis movimientos fueran hondos y rápidos, para que le agarrara la pinga con fuerza y que por fin se viniera. Para vengarme de la frustración del día anterior, me dedicaba a regalarle una paja insoportablemente blanda y floja, manteniéndolo entre dos aguas: demasiado para poder calmarse y no lo suficiente para venirse. En la penumbra del carro podía ver como la punta de su verga brillaba de excitación.
—Te tengo unas ganas… me quiero venir ya, por favor.
—No creo que todavía sea el momento apropiado —le contesté, aumentando apenas un poco más la presión de mi mano.
Se mordía el labio, sus ojos brillaban y veía que hacía todos los esfuerzos del mundo para no soltar el volante y satisfacerse de una vez.
Un 130 ...