Autopista
Fecha: 18/08/2024,
Categorías:
Masturbación
Autor: Bellota D I, Fuente: CuentoRelatos
... iluminaba el contador del carro.
—¿Qué quieres que haga?
Sonreí, por fin era toditito mío.
—Quiero que estés tan desesperado como yo lo estuve ayer, cuando te divertías mirándome buscar mi talón para sobarme en él como si fuera un animal.
No veía mi cara, pero lucía mi sonrisa asesina.
—Es insoportable que me toques así, ¡quiero que me la agarres de una vez y que me hagas venir!
Mi mano apretó su verga, apenas un poquito más. Diego suspiró, aliviado:
—Así, así. Sigue, por favor…
Con mi otra mano había vuelto a masturbarme lentamente. Me excitaba sentir su verga a punto de explotar.
—Mira, si me haces venir ahora, a cambio te prometo que llegando a casa te voy a lamer toditita. Voy a recorrerte con mi lengua de la concha al culo hasta que te vengas y te tocarás todo lo que quieras.
Había ganado, para la más grande de mis satisfacciones.
—Dale, me parece un buen trato —le contesté, apretando su verga con fuerza.
Nunca la había sentido tan dura, me hubiera gustado que me la metiera así y tenía muchas ganas de chuparla. Gemimos los dos cuando empecé a masturbarlo como lo anhelaba, mientras me metía dos dedos e imaginaba esta hermosa verga dentro de mi concha. Aceleraba el movimiento de mi mano. Diego disfrutaba de un ...
... placer contenido por la concentración que ponía en manejar, con su mirada clavada en la pista. Me liberé de la parte alta de mi cinturón de seguridad y me agaché hacia su bragueta. Le lamí la punta de la verga, degustando su excitación líquida sin dejar de masturbarlo. Respiraba más hondo.
—Uy, si sigues así, te voy a llenar la boca de leche...
Y seguí, con una felación profunda, hundiendo su sexo hasta mi garganta y presionándola con mi lengua. Le amasaba las bolas y mi otra mano se agitaba en mi clítoris.
Los que me conocen saben cuánto me gusta venirme con una verga en la boca, y era exactamente lo que quería.
Con un vistazo, Diego se dio cuenta de que me estaba masturbando y bastó una presión más fuerte de mi lengua para sentirlo brotar en mi boca. Sus olas se derramaron en mi lengua y gemía, conteniendo sus espasmos para mantener su atención en la conducción.
Era tan rico sentir su goce así… Mi mano estaba frotando frenéticamente mi clítoris y sentí mi propia ola invadirme de nuevo.
Me vine tragando su semen, morbosa y sin vergüenza, con mi mano apretando mi concha chorreante.
Me levanté para mirar a Diego. Sonreía como yo, los dos aliviados y felices.
El contador del carro seguía marcando 130 y nos estábamos enamorando.