Aventuras y desventuras húmedas. Tercera etapa (14)
Fecha: 22/08/2024,
Categorías:
Incesto
Autor: LilithDuran, Fuente: CuentoRelatos
Lejos, muy lejos de los gritos contenidos de Mari, después de un buen día, su hijo volvía a la residencia universitaria junto a Carol. Se lo habían pasado en grande, luego de ver a su madre, las conversaciones con su amiga le hicieron olvidarse de los temas que le preocupaban, y al final, acabó por volver a sonreír.
Subían a paso lento por la escalera, escuchando el eco que producían sus zapatillas sin pensar en nada más que descansar. Llegaron en primer lugar a la puerta número trece, donde Sergio se detuvo y sacó las llaves que Marco le cedió.
—Sergio. —Carol se detuvo en medio del pasillo, sujetando la bolsa con los dos números que le faltaban para completar la serie y que gracias a su amigo había encontrado— ¿Por qué no vienes al cuarto?
—Hemos pateado bastante, ¿no estás cansada?
Sergio no era tonto, sabía que aquella no era proposición indecente. Su amiga solo quería seguir un rato pasándoselo tan bien como hasta ahora, pero para el joven el día estaba a punto de terminar, se encontraba destrozado. Sin embargo, siempre hay motivos que te pueden hacer cambiar de opinión.
—Sí, ya… es que… —por primera vez delante del muchacho, Carolina mostró cierta timidez— me gustaría contarte algo.
Sergio unió cabos, no hacía falta ser un genio para suponer que su amiga quería esclarecer la duda que le planteó en su momento.
—No hay problema, no estoy tan cansado… —se guardó la llave en el bolsillo y siguió a su amiga— Tampoco me voy muy lejos de casa. Lo único, ...
... si se me hace tarde, ¿me acompañas hasta la puerta?
—¿Cuántas veces vas a repetir esa broma? —le respondió con una carcajada.
—Hasta que te deje de hacer reír.
No pararon de reír de forma sonora, incluso molestando a alguno de los vecinos que estudiaba en silencio. Lo que no notó Sergio, era que con aquel comentario a Carolina le había salido en el rostro un gesto nervioso, hacía mucho que no le decían algo tan bonito. Meditando en su mente reflexionó rápidamente sobre ello. “¡Qué triste!”.
La jovencita depositó con rapidez los dos libros en su balda, contemplándola después con orgullo por ver la colección completa. A su espalda sin dejar de mirar los libros, escuchó a su amigo con cierto cachondeo que no pasó inadvertido.
—Como si fuera tu hijo…
—Estás un poco tonto hoy ¡eh!
—Mientras sea un poco… con todo lo que te ríes de mí, alguna tendrás que recibir, ¿no?
—Bueno, —se sentó en la cama, mientras Sergio lo hacía en la silla pegada al escritorio— en eso llevas razón.
Carolina se quitó las zapatillas y un leve silencio se apoderó de la estancia. Sergio no quería ser el primero en decir algo, porque tampoco sabía que podría añadir, solamente debía tener paciencia.
Hacía mucho que no abría sus sentimientos a nadie, últimamente su relación con sus amigas de la universidad no era todo lo buena que debería y sus amigas del pueblo estaban “lejos”.
—Si no te importa, voy a ponerme el pijama. —Sergio no dijo nada.
No se encontraba cómoda, pero a la ...