1. Mi esposa fue la niña más odiada por mí


    Fecha: 22/08/2024, Categorías: Primera Vez Autor: belicoso, Fuente: CuentoRelatos

    A mi esposa, durante mi niñez, la detestaba y odiaba de igual manera que ella lo hacía conmigo, en el kínder apareció una pecosa rubia de ojos azules que a los segundos de verme me saco la lengua y me dijo cara de tonto, yo inmediatamente respondí dándole una sonora cachetada, a lo cual ella no lloro como lo hacía mi hermana sino que respondió al golpe con un puntapié en mi espinilla de la pierna haciéndome llorar del dolor, y así la vi a esa pichón de amazonas con la nariz sangrante de pie parada a mi lado observándome como me revolcaba del dolor enfurecida y de pie, no había día en que no terminábamos peleando, ninguno se daba espacio o cuartel, ella era muy rápida para los puntapiés y yo trataba de agarrar su largo pelo y tirárselo como las crines de un caballo, era la menor de 4 hermanos varones así que estaba acostumbrada a los tratos rudos, también era muy buena jugando al futbol trepando árboles y era la única en ese kínder que sabía andar en patines y en bicicleta, en realidad era toda una amazona, más bien la hija de la reina de la amazonas.
    
    Era tanta la violencia que se había despertado entre nosotros que las maestras hablaron a nuestros padres y estos con nosotros, pero era despertarse para pensar que maldad le haría ese día a Alejandra, nos sentaron en diagonal a nuestras mesas, bien separados, pero nos arrojábamos con lo que teníamos a mano, así pasamos el kínder y gran parte de la primaria, compitiendo en todo y peleándonos a golpes cada vez que podíamos, si ...
    ... yo venía corriendo ella me hacía una zancadilla y si ella estaba parada era blanco de algún objeto que siempre deba en su cabeza y ella sin llorar ni quejarse iniciaba la guerra, de puntapiés, insultos y palabrotas, la cosa se calmó un poco recién en el sexto grado, donde dejamos de golpearnos para pasar a decir las cosas más hirientes que se nos ocurrían, como cuando uno de nosotros llegábamos, el otro decía, que mal olor que vino de golpe, o, zas cayo granizo sin llover, o hablando de sacar la basura ¿Quién metió de nuevo la bolsa pestilente?, o ¿no sienten que la atmosfera se puso pesada de golpe?, pero, como siempre hay un pero, cuando nos enfermábamos, y faltamos a clase yo extrañaba su ausencia y ella le pasaba lo mismo y eso lo noto una vieja maestra que luego que llegamos con nuestras narices sangrando nos sentó, nos miró fijamente y nos dijo, recuerden esto niños, tanto se odian y tanto se pelean que ustedes dos terminaran casándose, la mire con cara de asco y dije antes de eso me muero de un susto, yo tengo buen gusto, y ella dijo, yo no como carne de cerdo inmunda, la maestra solo se rio y dijo ya verán, del odio al amor solo existe un paso.
    
    Así siguió nuestra adolescencia, siempre en el mismo salón y siempre insoportable, hasta que una tarde cuando ya teníamos 18 años y cursábamos el último año de secundaria, nos llevaron a un campamento de invierno con un profesor nuevo que desconocía nuestro rechazo y al asignar las tareas de esa jornada me toco hacerla con ...
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