1. Un reconocimiento médico inesperado


    Fecha: 16/09/2024, Categorías: Dominación / BDSM Autor: Javimorboso, Fuente: CuentoRelatos

    ... cuatro, estaba mojando la camilla.
    
    Se me vino a la cabeza cuando una novia que tuve me comentó que en una visita al ginecólogo, cuando la revisaron los pechos se empezó a excitar y, cuando se tuvo que abrir de piernas, estaba completamente mojada y pasó mucha vergüenza. Así era como me encontraba yo en ese momento y podría decir que ya sabía lo que sentía.
    
    Volviendo a mi exploración, el dedo de la doctora estaba de lleno tocando mi próstata. Era indudable que me estaba excitando y no lo podía disimular. Al fin y al cabo estaba estimulando mi punto P, el equivalente a punto G femenino.
    
    La enfermera, al ver la situación, trató de tranquilizarme.
    
    –No te preocupes que ya estamos a punto de terminar –me dijo.
    
    –¿Notas dolor? –me preguntó la doctora.
    
    –No, dolor no siento –respondí.
    
    –¿Y ganas de orinar?
    
    –Sí, tengo ganas –respondí.
    
    –Bien. Es normal en este tipo de exploraciones. Recuerda que a partir de ahora te las tienes que hacer a menudo –comentó la doctora.
    
    Movía el dedo de un lado para otro. Lo giraba continuamente y en otros momentos lo dejaba fijo en algún lado.
    
    Estaba siendo una revisión rectal tan exhaustiva que no debía de quedar ni un milímetro del recto que no hubiese explorado la doctora.
    
    –Tose. Necesito que tosas –me pidió la doctora.
    
    Tosí y en ese momento noté que estaba a punto de eyacular. Si mantenía el dedo dentro de mi culo unos segundos más iba a ocurrir. ...
    ... Tenía una erección tan fuerte que tenía el pene completamente rojo. Una situación así no se daba todos los días.
    
    Cerré los ojos e intenté pensar en otra cosa pero era imposible. Dos mujeres estaban dominando mi culo y pasó lo inevitable: automáticamente me empezó a salir el semen… sin tocar el pene. Solo con la estimulación prostática. Empecé a gemir del placer que sentía mientras eyaculaba.
    
    La enfermera, en un bote, recogió el semen. No me dijo el motivo. Supongo que sería para analizarlo y cuando terminé de expulsarlo todo, la doctora sacó su dedo del interior de mi recto.
    
    –Ya hemos terminado –dijo ella mientras se quitaba los guantes.
    
    Me quedé quieto, aún en posición de cuatro y sudando después de lo que había ocurrido. La enfermera me limpió el ano y después me dijo:
    
    –Date la vuelta y túmbate.
    
    Me limpió los restos de semen que tenía en mi glande.
    
    –Gracias –dije muerto de vergüenza.
    
    Ella me sonrió y me dijo que ya me podía vestir.
    
    Después la doctora me dijo que el informe que había hecho lo llevara para hacerme una revisión urológica.
    
    Claro, realmente ella no era uróloga pero se veía que dominaba esa especialidad.
    
    Salí a la calle y, evidentemente, pensé que fue un reconocimiento médico que no iba a olvidar en la vida. Reconozco que me gustó y que no me importaría repetir.
    
    Solo quedaba un detalle: ¿Qué le iba a decir a mi mujer cuando me preguntara cómo había ido la consulta? 
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