Las malas compañías
Fecha: 17/09/2024,
Categorías:
Bisexuales
Autor: Ber, Fuente: CuentoRelatos
... día. Me encabroné y de inmediato me puse de acuerdo con el vecino para que, al día siguiente, al salir de la casa, en lugar de venirme al trabajo, me metería al departamento del vecino. No tardamos mucho en escuchar los rechinidos de la cama y los gemidos de placer. Salí hecho una furia de la casa del vecino, pero éste me detuvo y me dijo “tranquilo” y entramos despacio a mi casa donde nos los encontramos en pleno “clinch”. Ellos no nos vieron y nos ocultamos bajo la mesa.
El garañón estaba bien dotado, al menos el aparato era un poco más grande que el mío, huevos incluidos. Le amasaba las chiches a mi esposa, que lo cabalgaba y se veía cómo rodaban sus ovoides bajo las nalgas de mi vieja cada vez que ella llegaba a metérsela completa. Mi mujer gemía y pedía con voz cachonda que le mamara las tetas. Aunque ya se me había parado la verga por la escena, pudo más mi enojo y me le fui encima al “cuñado”, quien salió casi encuerado de la casa, con sus ropas en la mano y mi esposa me detuvo para no perseguirlo y mi vecino la ayudó. Le exigí que se largara de la casa antes de que le pusiera yo la mano encima. Se vistió con prisa y salió. Mi vecino, que también estaba con la verga parada y con el pantalón mojado, me sentó en la cama para que me calmara y se despidió.
Días después, cuando tendí la cama, me acordé que debería darle vuelta al colchón y al levantarlo descubrí que había mucho papel higiénico usado por ella para limpiarse las venidas que le dejaba “mi cuñado”, ...
... el olor me puso el pene paradísimo, se me levantó como resorte al recordar las ricas cogidas que le dieron; me hinqué poniendo la cara encima de los papeles y me hice una riquísima chaqueta oliendo el amor que guardaban. Al terminar, los guardé y durante algunos meses los usé para jalarme la verga, oliéndolos y recordándola a ella.
Continuó su trabajo, limpiándose las lágrimas que se escapaban de su triste recuerdo.
–¿Ya no la volviste a ver? –pregunté extasiándome en la sonrisa de su esposa que exhibía en la fotografía.
–Sí, me la encontré hace un mes y me pidió que volviéramos, “Ya no tengo hermanos”, me dijo cínicamente –me explicó quitándome la foto de las manos –. ¡Listo, ya terminé!
Me bajé del asiento, le pagué y me despedí dándole unas palmadas en la espalda, mientras él veía la foto.
La siguiente vez que volví al local, me senté para que hiciera su trabajo.
–¿Quieres leer cómics o ver revistas calientes? –me preguntó.
–Revistas, pero también ver la foto de tu ex –contesté.
–¡Qué cabrón eres! –me dijo acariciándome el pene sobre el pantalón y yo abrí las piernas para que lo hiciera con libertad.
Sin dejar de mover la mano sobre mi ropa, sacó la foto de su exmujer de la bolsa de su camisa y me la dio. Me apachurraba con delicadeza mis huevos mientras yo me solazaba con esa sonrisa. Me bajó la cremallera y yo quise quitarle la mano.
–Tranquilo, te va a gustar –me dijo y puso dos fotos polaroid en mis manos. ¡Era su mujer completamente ...