Tropa Loca (2)
Fecha: 22/09/2024,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Tita, Fuente: CuentoRelatos
Ya conté que, en la prepa, teníamos un grupo bastante amplio que para todo hacíamos reuniones y excursiones y nos la pasábamos muy bien, no se trataba de parejas, sólo amigos, era baile entre todos y paseos en bola, aunque si se daban las condiciones podía haber algo más, pero sin compromiso... (Sí, más de una compañera quedó embarazada y en dos casos hicimos colecta para pagar el aborto). Nos hacíamos llamar La Tropa Loca, porque nos sonaba bien ya que había un programa de televisión con ese nombre y también de éste tomó su nombre un grupo musical que tuvo sus triunfos con música de rock y después se pasó a la onda grupera.
La historia del reencuentro inicia con mi esposo Saúl y sus amigos entre los cuales hay de todo, ya comenté en el relato “Velada y revelada” y en “Chocolate oscuro con relleno de crema" cómo me tiré a dos de ellos, y hubo más. Otros me pidieron hacer el amor, pero no me atraían mucho y, en cambio, un ingeniero químico y pintor con bigotes al estilo Dalí, y otros dos más, no pasaron entre mis piernas por más insinuaciones que les hice.
Resulta que, en una mesa redonda propiciada por una universidad, coincidieron Saúl, Enrique, un escritor joven, y Roberto Soto, mi compañero de prepa. Al término de ésta, departieron en la comida y posteriormente, acompañados de unas botellas de vino local, continuaron la charla en la recámara del hotel de uno de ellos.
Desde la comida, Soto le comentó a Saúl que ya lo conocía desde la prepa. Saúl le señaló que ...
... estaba equivocado pues él fue a la vocacional en bachillerato. Entonces, Roberto le precisó que lo conoció pues era novio de una compañera del grupo en la prepa, cosa que era cierta. Saúl aceptó y le comunicó que estaba casado conmigo. Soto trabajaba en el centro de instrumentos de la UNAM, diseñando aparatos de medición y otras cosas para los científicos. La plática se desvió hacia las máquinas sexuales que vendían en las tiendas porno, pero Soto les dijo que eso era una trivialidad, “cualquier diseñador industrial puede diseñarlas y construirlas. En todo caso, lo que caería en mi campo sería la medición de los orgasmos”. “¿Y el aprovechamiento de la energía que se produce?”, preguntó Enrique. Soto dudó un poco antes de decir “también”. Bordaron alrededor de estas ideas, ya saben lo que hace el vino. Antes de retirarse a dormir, Enrique tenía una idea para escribir un cuento que fue publicado y premiado posteriormente; Soto, un intrincado problema para lograr un instrumento así; y Saúl había pasado el tiempo divertidamente.
Días después, Saúl fue a entregarle a Soto un artículo que le había prometido a éste para la revista científica de niños en la que Soto era editor. Pasearon por el Centro, y Soto le mostró los instrumentos que estaban en construcción. Saúl dio unas ideas de mejoramiento en algunos casos, de las cuales Roberto tomó nota y agradeció.
–¿Ya solucionaste, aunque sea teóricamente el aparato que sugirió Enrique? –preguntó Saúl.
–No –contestó Soto.
–Es ...