El regalo
Fecha: 16/10/2024,
Categorías:
Fantasías Eróticas
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
Cinco minutos después de las 8 llamé al timbre. Pensaba disculparme por el pequeño retraso pero ver la cara de X me hizo desistir. Más aún: me hizo regodearme en la idea de haber tardado un poco más, de haberle hecho sufrir un poquito más en la espera.
-Hola María Rosa, vaya, estás preciosa –me dijo mientras pasaba.
-¿No decías que iba a ser una noche especial? Ya sabes, una siempre quiere estar a la altura.
Me abrazó con fuerza sujetándome por la espalda y nos besamos avivando un deseo que había pasado de latente a manifiesto en apenas un roce de lenguas.
-Bueno, bueno, dejemos algo para luego –dije zafándome de unas manos que ya culebreaban por todo mi cuerpo.
Pasé dentro y al quitarme el abrigo mi cuerpo, me di cuenta, irradió una extraña fuerza sexual. ¿Sabría él, mi cuerpo, lo que iba a suceder minutos más tarde? Pudiera ser, no es extraño pensar en la conciencia como aquel pequeño ‘yo’ dentro de nosotros que es el último en enterarse de todo.
Sea como fuese, lo cierto es que estaba terriblemente atractiva. Siempre suelo ser bastante solícita con los gustos y caprichos de mis amantes, pero el énfasis que puso X en decirme que la ocasión iba a merecer de mis mejores galas fue tan parecido a una súplica que no pude no hacerle caso. Ceñido todo mi cuerpo en un elegante vestido negro, cada una de mis curvas adquiría la proporción necesaria para, en conjunto, destilar la máxima sensualidad y elegancia. Unos zapatos también negros de tacón y unas medias a ...
... medio muslo satinadas con encaje elevaban la temperatura de mi cuerpo varios grados por encima del nivel estándar de deseo para alcanzar las cotas de la pura lujuria.
-¿Qué vas a hacer conmigo esta noche? –le pregunté a modo de amenaza mientras me colgaba de sus hombros y mi cuerpo cimbreaba hambriento frente al suyo.
-Nada que no hayas deseado en silencio durante años –me contestó misterioso mientras sus manos subían desde las caderas hasta mis pechos.
-He deseado muchas cosas –le dije riendo y antes de que mi lengua fuese succionada por sus labios.
-Pues esta vez prepárate para ese deseo oculto que ni tú reconocerías.
Confieso que, ante semejante respuesta, me asusté un poco y que mientras su lengua se deslizaba por mi cuello el escalofrío que sentí no fue tanto de placer como de miedo. ¿Hasta qué punto habría tenido acceso a mi mente?, ¿hasta qué límite me conocería? Y es que por mucho pudor que nos dé vernos desnudos ante miradas ajenas, nada en comparación con el pánico que genera la posibilidad de que alguien roce partes de tu mente ocultas incluso para uno mismo.
Para desasirme de esa extraña sensación me aparté de él y me fui a la otra parte del salón a poner música. Eran pocos pasos, seis o siete, pero lo suficiente para saber que esa pequeña angustia se había traducido en una flojedad de piernas y en una humedad creciente en mi sexo. Es decir: quería descubrir cuanto antes a qué deseo oculto se refería X.
Sabedor de las más íntimas variaciones que ...