El regalo
Fecha: 16/10/2024,
Categorías:
Fantasías Eróticas
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... fuera de mí estaba por el placer que estaba recibiendo que cualquier mínimo roce podía hacerme sortear realidades diferentes. Pero apenas deseché la posibilidad por, valga la redundancia, imposible, volví a sentir esa misma caricia deslizándose por la espalda mientras que unos dedos de hombre se introducían en mi boca. Di un sobresalto y de alguna manera todo mi cuerpo se cerró. No, no podía ser. Aún entre gemidos levanté la cabeza buscando alguna explicación a la vez que la respiración entrecortada de otras personas me hizo comprender lo que pasaba.
- Tranquila cielo, no te preocupes. Es tu regalo de cumpleaños. No te preocupes. Te vamos a follar y vas a rozar el cielo con los dedos.
Me quise enfadar pero no pude. Quise poner el grito en el cielo pero una corriente eléctrica recorrió mi cuerpo de principio a fin. Sí, era cierto que semejante atrevimiento podía romper los límites de lo permitido y lo comúnmente aceptado. Pero en ese momento, mientras otras dos manos me empezaban a pellizcar los pezones y X seguía follándome sin descanso, toda esa discursividad del consenso y del valor de lo acordado se esfumó de mi mente de un plumazo.
¿Cuántos serían? ¿Un hombre más, quizá dos? Apenas lo pensé mis muslos empezaron a temblar y una descarga de placer me arrasó por completo. Al tiempo que ese primer orgasmo se retiraba como una ola de las playas de cuerpo, una mano me tiró fuerte del pelo hacia arriba hasta que mi boca quedó justo a la altura precisa para que una polla ...
... se introdujese en mi boca.
Empecé a mamar aquella verga que me parecía enorme pero ni siquiera tuve tiempo. El hombre, el dueño de aquella dureza, empezó a follarme la boca sin descanso, metiéndomela hasta la garganta y después sacándola de improviso para que pudiese respirar y después volver a la carga. Sin embargo, algo en el sabor de los líquidos que ya emanaban por el placer que mi lengua provocaba, algo en su calibre y grosor, me hizo comprender que no era una polla sino dos las que me estaba comiendo.
Aun con la venda en los ojos, tuve la capacidad para mirarme a mí misma, para extrapolar un punto de vista fuera de mí que diese cuenta de lo que estaba sucediendo. Veía –imaginaba– a X detrás penetrándome con fiereza y a dos hombres delante dándome de comer de su propio sexo. Me veía a mí misma a cuatro patas encima de la cama, con la falda en las caderas, el tanga en los tobillos y con todavía mis zapatos de tacón puestos siendo penetrada de forma salvaje por X y con dos hombres de pie sobre la cama alimentándome con dos miembros tamaño extra pasándomelos por la boca primero uno y después otro.
De repente X dejo de bombear y los dos hombres de darme de mamar. Al mismo tiempo, una mano, alguien, por fin me abrió la cremallera del vestido a lo largo de toda mi espalda. Otro, u otros dos, me incorporaron y me quitaron el vestido. Me ardían, recuerdo, las tetas, me dolían incluso de la dureza con que las sentía. Alguien me pasó uno de los tirantes del sujetador por ...